jueves, 10 de octubre de 2013

MUJERES, CINE Y SEXO

Por Ariel Testori


Desde hace unos años existe una tendencia en el cine europeo de avanzar sobre el espectador presentando el sexo y su problemática de forma explicita. Este artículo enumera una serie de estas realizaciones que además, tienen la particularidad de haber sido dirigidas –algunas- por mujeres. 

Hace varios años con motivo del estreno de Con el Diablo en el cuerpo (Marco Bellochio, 1986) los argentinos asistimos a un hecho insólito para estas épocas. Un ciudadano se sintió ofendido porque en una dramática escena la exquisita Marushka Detmeres (¿qué habrá sido de ella?) toma el pene fláccido de su novio entre sus manos e insinúa una fellatio y la justicia argentina prohibió que se continuara la exhibición del film.
Algo similar sucedió en 1973 a raíz del estreno de Ultimo tango en París (Bernardo Bertolucci, 1972) en donde por primera vez la pantalla grande planteaba las peripecias de una relación anal. Pero en esa ocasión la película se pudo ver durante una semana para no volverse a exhibir hasta muchos años después.
Ahora, a la distancia, estos hechos pueden parecer graciosos pero fueron coletazos fuertes de la férrea censura argentina de los ’70 y comienzos de los ’80.
Por suerte los tiempos han cambiado y las tendencias sociales y sexuales han variado sustancialmente. Por un lado, ya no se vive una censura tan devastadora y por otro, el sexo irrumpió en la vida de tal manera que ya desborda por la ventana de la televisión.
Si bien el cine americano a lo largo de muchos años ha sufrido las doctrinas morales de Ronald Reagan y George Bush padre y en la actualidad los films están lavados de sexo, el cine europeo cambió las reglas. En especial el cine francés que desde los comienzos de los ’90 marcó un ritmo sostenido con la exhibición de escenas de sexo explícito y, lo que es más trascendental, de la mano de una audaz camada de realizadoras.
      

                   Rocco, la primera audacia

Romance (Francia, 1998) fue la película que inició esta tendencia. Dirigida por una mujer, Catherine Breillat, se anunció como “un ensayo porno artístico” y razones no le faltaron. Lo protagonizaba Rocco Siffredi, el mayor semental que dio el cine porno después de John Holmes y la directora anunciaba escenas con desnudos masculinos frontales, penes en erección y algunas fellatios.
El film cuenta la relación entre Marie, una maestra, y Paul, un modelo, que están tan aburridos el uno del otro que deciden buscar nuevos amantes para recrear sus vidas. Así, Marie inicia una autoexploración sexual y se deja amordazar, atar y esposar buscando más que calidad la fantasía del tamaño. Al respecto cuando se le pregunta por qué convocó a una estrella como Rocco, Breillat dijo “quería hacer una película sin ninguna clase de censura, ni siquiera la censura que los actores se pueden imponer a si mismos por cuestiones de vergüenza y en ese sentido Rocco es muy carismático y capaz de moverse como un gato, era capaz de proporcionarle a la película esa libertad que necesitaba”.
El actor italiano, haciendo gala de un profesionalismo forjado en el sudor y las camas de los sets porno, cumplió con creces. Los que lo vieron por primera vez y no sabían sus orígenes quedaron embobados al ver un pene de esas dimensiones y  mantener una erección por minutos con el único estímulo de una cámara delante. Respecto a lo que buscaba la directora al intuir el tabú y la verguenza de los actores el caso de Siffredi fue un claro ejemplo. El curtido actor de cientos de films porno contó que cuando debió rodar las escenas en que aparecía en erección trató de ponerse de acuerdo con la actriz coprotagonista para iniciar la escena pero sufrió un rechazo directo. Rocco contó que por primera vez tuvo que auto estimularse para filmar dado que la actriz le manifestó “que no sabía como era su historia pero que ella no estaba dispuesta a participar en nada y que se arreglara solo”.      
El film tuvo valores artísticos poco rescatables y fue destrozado por la crítica. Respecto de Rocco, quienes lo conocían y aun los que no, opinaron cosas como que “su interpretación demuestra que, además de su notorio carisma, el hombre también puede actuar -a veces mejor que varios de los intérpretes convencionales que aparecen en otras escenas-” (Diego Curubeto de Ambito Financiero) hasta que “sólo así se explica que la directora haya contratado a un pésimo actor del cine pornográfico -Rocco Siffredi- por las dimensiones de su pene” (Osvaldo Quiroga de El Cronista) pasando por “si algo de porno hay en Romance es más que nada la presencia eréctil de Rocco Siffredi, una de las stars más notorias del rubro” (Horacio Bernades de Página/12).

                   Las cosas por su nombre

                   Si bien se trató de disimular el escándalo que hubiera provocado su estreno en el circuito cinematográfico porteño, Fóllame (Baise-moi, Francia, 2000), o "Fuck- me" su título  norteamericanizado, igualmente llegó al público a través del video no oficial.
En esta realización nuevamente mujeres francesas ponen manos a la obra y entregan un film rebosante de sexo explícito. La película, que si se hubiese estrenado oficialmente en Argentina ¿se habría llamado “Cogeme”?, fue dirigida por Virginie Despentes. Con 31 años, actualmente es escritora y fue  bailarina de “peep-shows”, vendedora de “sex shops” y administradora de una casa de masajes. La Despentes tuvo como colaboradora a Coralie Trinh Thi, una ex actriz porno francesa. Y como protagonistas eligió a Raffaela Anderson y Karen Bach, dos actrices dedicadas al mismo rubro que, además de encontrarlas ideales para sus papeles, eran las indicadas para protagonizar las numerosas escenas de sexo que hicieron que la película se quisiera censurar en Francia.
La historia cuenta cómo Manu y Nadine, después de ser violadas, están dispuestas a vivir de manera rebelde y sin conceder tregua a la sociedad con que se sienten enfrentadas. Deciden emprender un raid de sexo y violencia y lo que empieza como un juego con un robo se convierte en una orgía de sangre en la que ellas son los verdugos sexuales de los hombres con quienes se acuestan.
El film, con un formato que lo asimila al género de las “road movies”, emula las películas de Quentin Tarantino (por la violencia desenfrenada) y a las de los mejores directores del cine porno (por las escenas de sexo explícito). Alguna crítica especializada ve similitudes con la legendaria Thelma y Louise y Asesinos por naturaleza, pero con excesos pocas veces visto en los circuitos de exhibición “normales”. Los hombres son “asaltados” sexualmente antes de ser asesinados, los policías mueren por pedir documentos y algún desgraciado es violado con el caño de un revolver después de haber protagonizado un obligado “striptease” y antes de que le disparen un tiro en el ano. Posiblemente Despentes haya tenido el objetivo de utilizar el sexo para molestar, para incomodar, y lo logra con creces. Como está presentado, salvo contadas escenas, no puede excitar a nadie porque se muestra como un medio de dominación y despojado de un atisbo de ternura.

Entre el deseo y la perversión


Otro film embarcado en esta tendencia de mostrar sexo sin concesiones y enmarcado en una producción tradicional es La profesora de piano (La pianiste, Francia, 2001). Esta coproducción franco-austriaca dirigida por Michael Hancke provocó un verdadero acontecimiento porque impactó a los espectadores que, preparados para ver una película “culta”, asistían a una problemática y escenas de sexo supuestamente relegadas al subgénero sadomasoquista del cine porno.
El film narra la historia de Erika (magistralmente interpretada por Isabelle Huppert), una introvertida mujer de 40 y pico de años, profesora de piano e hija única de una madre dominante y posesiva con la que vive. Erika se dedica a la enseñanza pero tiene una faceta paralela enmarcada en una sexualidad reprimida y busca satisfacer esa ansia de placer con prácticas alternativas y poco comunes. Por ejemplo, ella asiste cotidianamente y solitaria a cines pornográficos en donde se excita para luego volver a su casa y masturbarse violentamente en el sentido literal de la palabra. Esta aparente estabilidad y lacerante relación se rompe cuando en su vida irrumpe un joven y audaz estudiante dispuesto a jugar los juegos sexuales que le propone la misteriosa profesora. La sexualidad y pasión contenidas de la mujer por fin parecen haber encontrado un receptor. Sin embargo, la desmesura cada vez más desenfrenada de la relación desencadenará un final irremediable.
Una primera lectura del film ofrece las inquietantes imágenes y eso ya es bastante. Pero un análisis subjetivo basado en la relación de la protagonista con la madre –una máscara imperturbable de la actriz Anne Girardot- que también contribuye a construir la conducta oprimida de Erika, sugiere una ambigua mezcla de violencia y erotismo. Intuición que el espectador confirma a partir de la escena en que ambas se acuestan sugerentemente juntas. La crudeza del film agrega elementos a una película que recuerda otras como “Atracción Fatal”, en las que el amor “fou”, el “amor loco”, ocupa el centro.

Una vuelta de tuerca


Finalmente, de la mano de un argentino residente en Francia vino un film que redobló la apuesta. A principios de año se estrenó Irreversible (Francia, 2002) dirigida por Gaspar Noé y protagonizada por la última “maggioratta” italiana Mónica Bellucci. La película presenta una simple historia de revancha en la que el protagonista quiere vengarse de la violación a que fue sometida su mujer. Narrada de atrás hacia delante (como ya había sucedido con “Memento”) la realización se regordea en la violencia y el desborde visual y sexual. Noé va más allá y se anima con las herramientas y los códigos del cine pornográfico elaborando un engranaje perfecto. La principal secuencia de sexo es violenta y el director decide convertir al espectador en un verdadero voyeur. Así, la curiosidad y el deseo de quien mira al principio puede que se sostenga con la voluptuosidad de la Bellucci. Después, puede que continúe con la posibilidad de ver sexo, aunque sea violentado. Pero al cabo de 10 minutos de una cámara fija, el espectador se ve obligado a ver algo que se vuelve revulsivo como es la serie de golpes y la dilatada sodomización de la protagonista.                                    




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