UNA HISTORIA DE SEXO,
DINERO Y MUERTE
Por ARIEL TESTORI
Los hermanos Mitchell fueron dueños de decenas de salas de
sexo en vivo y directores de legendarias películas que conmovieron la industria
del cine porno. Entre ellas “Tras la puerta verde”, un hito convertida en
clásico del género. Solo por haber sido los descubridores de la pornostar
Marylin Chambers merecen esta nota. Sin embargo, exponentes de la revolución
hippie, también se caracterizaron por ser políticamente incorrectos, creativos
e innovadores. Solo es cuestión de atreverse a abrir la puerta.
El éxito comercial provocado por el film Garganta Profunda (Gerard Damiano,
1972) convirtió a Nueva York en la Meca del cine porno de los EE.UU.
desplazando a Los Angeles y San Francisco que habían sido centros importantes
de la industria en el comienzo de esa década.
Ante esa realidad, los hermanos Jim y Artie Mitchell
fueron los primeros californianos en entender que debían enfrentar proyectos
importantes si querían volver a competir con el “negocio” de la Costa Este.
Jamás pensaron que daban el primer paso a una historia en la que el sexo
desenfrenado daría paso al dinero y a las mejores mujeres pero también a un
final doloroso.
Dos hermanos caraduras
Los hermanos Mitchell –hijos de la Guerra de Vietnam, el ácido lisérgico y el
rock’n roll- vivieron intensamente la explosión del hippismo y la psicodelia en
la ciudad de San Francisco. Como parte de esa cultura, la actividad de hacer
cine porno –algo políticamente “incorrecto” para la época- había sentado sus
bases en esa ciudad.
Los Mitchell vivieron esa época
estudiando cine en la Universidad Estatal de San Francisco y cuando terminaron
decidieron abrir un cine especializado en el que se exhibían “cortos” de películas
XXX y producciones “soft-core” europeas. “En realidad, nosotros comprábamos los
‘cortos’ a Bill Osco (uno de los
precursores de la industria del cine porno en los EE.UU.) cuando no los
rodábamos nosotros mismos. Era siempre la misma cosa. Les decíamos a las chicas
‘Vamos cariño, metete el dedo’, los filmábamos en la parte trasera de nuestra
sala, el O’Farrell Theater, comenzamos con chicas solas, luego rodamos escenas
con dos chicas, pero cuando la competencia empezó a imitarnos, tuvimos que organizar
tríos” contó al respecto Jim Mitchell en una entrevista publicada en la revista
“Playboy” de junio de 1975.
El O’Farrell Theater, el “teatro
del pecado” que regenteaban los Mitchell, era una especie de burlesque con
actuación de nudistas y bailarinas haciendo “topless” en vivo y que también
exhibía cortos porno. El lugar fue lanzamiento de muchas mujeres que después se
destacarían en el cine para adultos.
Las protagonistas de esos cortos
eran anónimas jovencitas provenientes de los barrios hippies más importantes de
la ciudad dispuestas a ganar 15 dólares por abrirse de piernas y masturbarse en
cámara. La persecución policial no tardó. “Fuimos arrestados varias veces por
filmar aquellos cortos. Como sabíamos que inevitablemente seguiríamos teniendo
problemas con la policía, nos decidimos a filmar ‘hard-core’ (sexo duro o
porno). Era lo que el público estaba deseando. Cuando empezamos a rodar porno
duro, la policía venía cada semana a confiscar las películas(…)Añadimos
composiciones musicales y títulos de créditos con los nombres de los actores.
Fuimos los primeros en ponerle nombre a las películas, queríamos hacer buenas
películas de sexo y no solo ‘hard-core’” rememoró el hermano Artie.
De esa manera, antes de lanzarse
al largometraje –hasta 1971- los Mitchell rodaron más de 230 cortos con escaso
presupuesto. El debut en el campo profesional fue excelente. En 1973 estrenaron
Tras la Puerta Verde (Behind the
Green Door) en su teatro de San Francisco.
La obra de los demonios
Montados al éxito arrollador de
su primer largometraje y de la mano de Marylin
Chambers, su máximo descubrimiento, los Mitchell inician una obra
importante dentro de la industria del cine XXX.
En 1973 lanzan Resurection of Eve (La resurreción de
Eva), film símbolo de los swingers,
en el que abordan el aprendizaje erótico de una mujer desde la adolescencia
hasta la madurez. Eve, casada con un disc-jockey, es empujada por éste a
introducirse en los ambientes de intercambio de parejas, una práctica muy de
moda en esos años de revolución sexual. El matrimonio entra en crisis cuando la
mujer asume la iniciativa en ese tipo de juego.
Creadores y adoradores de la
Chambers, en 1976 estrenan Inside
Marylin Chambers (Adentro de
Marylin Chambers) en donde con un carácter documental, se traza un retrato
íntimo de la actriz a través de sus opiniones y escenas más memorables. En este
film por primera vez la ahora legendaria pornostar confiesa sus fantasías
sadomasoquistas.
En el mismo año filman CB Mamas, concebida exclusivamente para
lanzar a Leslie Bovee, una de las
actrices porno con un busto natural más grande que se haya conocido, en este
caso acompañada por el histórico Joey
Silvera –uno de los primeros actores porno brasileños en trabajar en
EE.UU.-. Sin respiro, enseguida producen y supervisan The Autobiography of a Flea de Sharon
McNight (Memorias de una pulga) que es una de las primeras tentativas de
realizar películas porno de época. Basada en un relato erótico del Siglo XVIII,
el relato cuenta los avatares de una
traviesa pulga que se instala en los pliegues de los vestidos de cortesanas y
sotanas de frailes libertinos. El reparto fue espectacular y dio origen a uno
de los clásicos del cine para adultos: Jean
Jennigs dando vida a una quinceañera calentona, el hiperdesarrollado John Holmes, un joven galán que hacía sus primeros escarceos llamado Paul Thomas, el buen actor que mostraba
ser John Leslie y la tempestuosa y
legendaria Annette Haven que llegó a
cobrar 1.000 dólares por día de rodaje.
En 1977 filman Sodoma y Gomorra que fue la primera
superproducción del cine porno con un presupuesto de medio millón de dólares.
La idea surgió por los conceptos que había vertido un juez que perseguía los
trabajos de los hermanos. Desgraciadamente, a pesar de su intento provocador,
una excelente ambientación histórica, el buen reparto y un cuidado repertorio
de escenas orgiásticas, el film no alcanzó a obtener los beneficios de taquilla
que se esperaban.
Los particulares gustos sexuales
sobre sadomasoquismo de Marylin Chambers se verán nuevamente reflejados en Never a Tender Moment (1979) (Nunca un momento de ternura) en el que en uno de los
polémicos episodios finales se muestran a carceleros nazis torturando a dos
prisioneras judías.
También en 1979 presentaron Beyond the Sade (Más allá de Sade) en
donde continúan con la Chambers en un crudo juego de dominación y sumisión. El
film fue rodado en otro de los locales de espectáculos eróticos en directo de
San Francisco, propiedad de los hermanos.
En 1981 filman Desires for Men (Deseos para hombres) y
unas cuantas películas más de poca relevancia. Viene un tiempo en que los
hermanos se dedicaron a producir espectáculos y películas porno dejando que
otros directores como el legendario Alex
De Renzy se ocupasen de dirigirlas. Hasta que dieron paso a lo que sería su
último legado: Tras la puerta verde II.
Tengan sexo seguro
Sin nada que envidiarle a la
original, Tras la puerta verde II
(1986) rompió numerosos esquemas respecto al cine hard convencional. Otro dato
importante es que se convirtió en una incursión revisionista de aquella
película clásica de 1972 pero nacida bajo el síndrome del SIDA, reivindicativa
del sexo seguro (de ahí el obsesivo uso del preservativo en todas las escenas
de sexo, o de láminas de látex para cada cunnilingus que se realizaba), repleta
de citas cinematográficas, guiños y auto homenajes.
Los casi 30 minutos del comienzo
no tienen sexo explícito para “explotar” en una multitudinaria orgía, núcleo
del film, como ocurría con la primera parte. Esta “carencia” inicial está solo
“aliviada” por breves sesiones onanistas de la heroína (Missy Manners, que sería esposa de Artie Mitchell) contemplando
“Tras la puerta verde I” en video que a su vez es observada por su vecino, un
consumado voyeur, que a su vez es contemplado por todos los espectadores, dando
comienzo a una singular cadena.
Por suerte esa advertencia de
sexo frío (sin contacto sexual) tan en boga en determinadas sociedades (por ej.
el sexo de los “peep shows” del primer mundo, ese sexo mostrado en el film Paris, Texas, de Win Wenders) que
señala el inicio, cede el lugar ante la multiplicación de cuerpos desnudos y
rostros enmascarados en el intercambio sexual de la orgía, que era toda una
tradición en los primeros tiempos del cine XXX. Aunque el fantasma del SIDA
reduce el goce a través de la imposición que da la seguridad del preservativo.
Como ya era costumbre en las ficciones de los hermanos Mitchell se muestra un
sexo sin discriminaciones que quebró el tabú no escrito pero vigente de la
exigencia de belleza de los actores. Una vez más los desposeídos de hermosura
física también participan de la ceremonia del goce: hay enanos, gordas, viejos,
travestis con barba, etc.
El film, que se convirtió en
objeto de “culto” en EE.UU. y España, está co-dirigido por Sharon McNight, compañera laboral de los Mitchell en reiteradas
ocasiones y que no participa en ninguna escena sexual aunque hace un cameo e
interpreta el tema musical del film.
En su momento, la crítica
especializada la recomendaba “para aquellos que aun no hayan disfrutado de su
visión es obligatorio encontrarla y pedirla, ya que además de ser una porno
totalmente atípica y repleta de guiños cinematográficos es francamente
disfrutable sin necesidad de utilizar las manos para ello, y eso es algo que en
el porno se agradece”.
Por otra parte, para el sistema,
el film trajo enormes controversias y las acciones en su contra las capitaneó
una alcaldesa (intendenta) de San Francisco que acusó a los Mitchell de ser
responsables de dirigir una red que “vendía copulaciones orales”.
El descontrol
La arrolladora llegada del video
al mercado provocó una revolución en la industria porno que coincidió con un
prolongado impasse en la obra de los transgresores hermanos. Como si fuera
poco, después del estreno de la secuela de Tras
la puerta verde, las presiones políticas por parte de los sectores más
conservadores y ciertos sectores parapoliciales se hacen casi insostenibles. Si
Jim que era el dedicado a las tareas de índole financiera, pareció haberse
adaptado mejor a los nuevos tiempos que corrían, Artie –responsable de la
sección artística de la empresa- parecía resistir a poner los pies en la
tierra.
Los Mitchell eran la leyenda
viviente de una generación que pocos empezaban a recordar. Poco antes de la impotencia
que trajo la censura y las presiones, la relación de ambos hermanos empezó a
degenerar. Missy Maners, la actriz porno esposa de Artie y con su
consentimiento, amenazó con un látigo a Jim. En tanto Artie debió ingresar a un
centro de rehabilitación a causa de sus excesos con la cocaína y el alcohol.
Marylin Chambers recuerda que el hombre “vivía al borde de la locura absoluta y
eso no podía durar siempre”. En una de sus salidas del centro no tuvo mejor
idea que entrar al O’Farrell Theater pistola en mano y ante decena de
espectadores disparar al techo al más puro estilo cowboy.
A principio de los ’90 la
situación se hizo insostenible y las discusiones entre los hermanos eran cada
vez más agrias y se degeneraban en escándalo cuando Jim planteaba disolver el
negocio. En una ocasión el planteo se mantuvo firme, lo que provocó la furia de
Artie que terminó amenazando de muerte a su hermano. A los pocos días Jim, en
febrero del ’91, le efectuó 3 disparos de rifle 22 –dos de ellos en la cabeza-
matando a su hermano Artie.
Así acababa toda una leyenda del
mundo del cine porno. Los empleados del teatro se encargaron de ampliarla
cuando al más puro estilo fellinesco, se encargaron de homenajear a Artie con
una orgía con participación voluntaria a puertas cerradas a modo de último
adiós a su patrón. Parte de una de las parejas que más intensamente vivieron su
oficio.
Detrás de la Puerta Verde
El film es uno de esos relatos
semi legendarias que se cuentan a modo de fábula, es la historia de una joven (Marylin Chambers) de clase alta,
inocente y virginal, que es raptada e iniciada en los placeres ocultos en un
lugar donde se ofrece sexo en vivo para deleite de un público aparentemente de
clase alta. La orgía que se desata entre ellos después de la tarea que debe
realizar la joven es el climax del film y va de lo bello a lo grotesco. Con
relaciones interraciales, lesbianismo y travestismo.
La Chambers se convierte en el
eje de atracción y provocación. Nada más haber traspasado la puerta verde, un
grupo de sacerdotisas la prepara y la conducen al altar para que sea presa del
poder sexual y primitivo de un negro que la iniciará. La transformación y
entrega de la joven es tal que culminará ante cuatro sementales más que la
poseerán a la vez. Esta escena se puede considerar como un antecedente
primitivo de los conocidos “gang-bang”. Todo acaba (de eso se trataba) con un
bautismo en forma de copiosa eyaculación colectiva en cámara lenta sobre el
rostro de la mujer.
El film se realizó con un
presupuesto de u$s 45.000.- y tras cinco meses en cartel logró recaudar u$s
200.000.- y 20 millones de dólares al cabo de tres años de explotación
comercial. Se convirtió en objeto de culto y llegó a ser exhibida en los
Festivales de Cine de Cannes y Deauville.
Tras la puerta verde no tuvo
empacho en ser atrevidamente interracial –característica no muy en boga por
aquellos tiempos-, apostar al pleno derecho al deleite sexual de la mujer y que
a través del mismo pueda atravesar cualquier barrera o tabú, privilegiar la toma
de conciencia sexual y, en lo técnico, experimentar con cámara de mano y sonido
directo.
El otro artífice del milagro
Marylin Chambers ya conocía la popularidad a los 17 años.
Publicitando una marca de jabón infantil fue conocida en todo EE.UU. y hasta
pudo trabajar con George Segal y Barbra Streisand en el film La gatita y el búho. Pero la chica quería más o, tal vez, otro reconocimiento y se
convirtió en nudista del O’Farrell Theater de los Hnos. Mitchell. A los 22
años, la propuesta de ser la protagonista de Tras la puerta verde no se hizo esperar y su aceptación menos.
Dada la repercusión del film, su
espectacular entrega a los menesteres del sexo y su rostro ambiguamente
sensual, muy pronto la escuálida Chambers se convirtió en la principal
pornostar de la costa oeste. De la mano de los Mitchell tuvo una carrera
abrasadora y arrasadora en el cine XXX.
que ocasionalmente interrumpió con pequeñas apariciones en el cine tradicional
(junto con Traci Lords y Ginger Lynn es de las actrices porno
que más trabajaron en el cine “políticamente correcto”). Por ejemplo, en 1976
descubierta por Ivan Reitman, creador de Los Cazafantasmas, es propuesta al
director David Cronemberg como
protagonista de Rabia, una de sus
principales obras.
Tras estos breves paréntesis
volvió al porno con más pasión y desenvoltura que antes. En Furor insaciable (Godfrey Daniels,
1980) se bancó que el kilométrico falo de John
Holmes la penetrara analmente. En Furor
insaciable 2 (Idem, 1984) permitió
que Jamie Gillis la impregnara de
cera derretida de una vela mientras le hace el amor. Y en Las fantasías privadas de
Marylin Chambers le realiza un soberano fellatio hasta la base al pene de
Holmes para terminar con una pasional y espeluznante doble penetración que tuvo
al Master como protagonista principal.
Nacida en abril del ’52, a
mediados de los ’80 puso fin a su carrera sin renegar en ningún momento de su
pasado. Se casó y fue mamá de una niña desde finales del ‘91. Hizo un intento
de volver al porno a fines de los '90 pero su nueva carrera fue pasajera. Y
falleció recordada como un símbolo de la edad dorada del porno.
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