LA MUJER ARTIFICIAL
Por Ariel Testori
Son sensuales,
sus sexos son tibios y estrechos, las penetran analmente y son incapaces de
quejarse. Perdieron esa mirada boba que tenían. Ahora entrecierran los ojos y
hasta se ponen “en cuatro” esperando anhelantes a que alguien se ocupe de
ellas. En un comienzo sus labios formaban una O inmensa e interminable. Ahora
su boca se entreabre hasta que entre toda. ¿Será posible el futuro?
Una música
suave envuelve el cuarto, iluminado por la luz seductora de las velas que
cobija a Jorge y Jennifer. Ella es rubia y viste una lencería negra que pronto
desaparece ante el trabajo nervioso de los dedos de él. Su boca se acerca al
oído de Jennifer y mientras le aparta el cabello le susurra palabras
empalagosas. Después pasa a la acción. La besa profundamente penetrándole los
labios de una boca cálida con su lengua firme. Sin perder tiempo sus dedos
masajean los otros labios a través de la tela suave de la bombacha.
“Te quiero” le
dice y enseguida: “¿me la querés chupar?”. Jorge se abre la bragueta y emerge
una verga rígida como un palo que dirige a la boca abierta de Jennifer. Cuando
entra, Jorge solo espera no eyacular muy rápido. “Despacito Jennifer, no me
hagas acabar tan rápido” ruega. Pero sigue moviéndose deliberadamente y
saboreando las enormes oleadas de placer que lo invaden. “Así…, despacito”.
Cerca del climax, Jorge le agarra la cabeza por atrás y llevándola hacia
delante descarga su semen en la garganta de ella hasta que el líquido aparece
por entre sus labios rojos.
“Ah, que
bueno, ¿te gustó mi lechita? ¿y ahora te gustaría que te la meta por la
conchita?” grita Jorge. Por su mirada, parece que Jennifer está esperando eso.
La lleva a la
cama, la recuesta y le saca la ropa mientras su verga ya está dura y lista
nuevamente. Se tiras sobre ella, le entreabre las piernas y sintiendo la
calidez de un orificio que se empieza a expandir, la penetra suavemente
centímetro a centímetro. Cuando la tiene toda adentro Jorge tensa los músculos
y se manda profundamente como si quisiera fundirse en Jennifer. Después,
empieza a bombear intensamente y cuando siente que la concha le aprisiona la
verga, piensa que ella está cada día mejor.
“Voy a acabar
nena” gime y un esperma abundante brota llenando el sexo de Jennifer. Después
le susurra “nena para vos nunca es suficiente, sos la mejor y nadie te puede
reemplazar”. Al menos hasta que Jennifer explote o se pinche.
Jennifer es
una muñeca inflable que Jorge compró dos años atrás y terminó revolucionando su
vida sexual. El es un maestro mayor de obra de 36 años y no se ve como un
enfermo o perverso sino alguien satisfecho con los tres orificios “siempre
listos” que ella le ofrece.
Un poco de historia
Jorge es uno
de los pocos (en Argentina) del creciente número de hombres (en EE.UU.) que
acepta tener “una relación” con una muñeca inflable como una situación normal.
Este juguete
sexual tuvo sus orígenes en Francia en los ’60 y enseguida su uso se extendió por
toda Europa y EE.UU. en donde no tardaron en comenzar su industrialización
masiva. Posiblemente mucho haya tenido que ver la Guerra de Vietnam dado que la
mayoría de los soldados norteamericanos cargaba con una muñeca en su mochila
para aliviarse de las tensiones advertido de que debían tener poco trato con
las prostitutas vietnamitas por problemas de infección o porque la mayoría
respondía al Vietcong y sus bocas o vaginas podían esconder una gillette.
Tomadas como
un objeto para bromas y regalos en los ’70, al punto tal que, aun en el
ambiente del cine porno –si se proponía una escena entre un actor y una
muñeca-, se lo veía como algo
descalificador, estos juguetes del sexo recobraron una nueva vida a partir de los
’80 y ’90. Al principio eran realmente feas, fabricadas en poliuretano, látex o
con un compuesto a base de PVC, de color rosado pálido y en el que las costuras
de galvanización podían bajar cualquier deseo antes de empezar. En la zona de
la boca, la vagina y el ano contaban con reservorios para el semen eyaculado.
Después aparecieron otras con una “piel” más suave, una boca capaz de succionar
un pene, una vagina con vibrador y un orificio anal que puede brindar las
mismas sensaciones que uno real. Por ejemplo, la boca tiene una especie de lengüeta
con un mecanismo neumático que le permite aprisionar el glande.
Las muñecas
comunes son de bajo precio pero se asemejan a feos globos con forma y los tres
orificios consabidos. Algunas vienen con un suplemento que se le puede agregar
para insertar un consolador pero son las menos.
A mediados de
los ’90 las muñecas se perfeccionaron y aparecieron modelos que trataban de
imitar (bastante aproximados) los sexos, pechos, figura y rostro de las
principales “pornstars” de la época. A la vez, se afianzaba la idea de que
ellas nunca contestaban, tenían dolor de cabeza o menstruaban.
En Francia, la
compañía Eagle France, dedicada a la fabricación de muñecas lanzó una serie de
modelos de tamaño natural de una matriz realizada por un escultor, que están
terminadas en una sola pieza y a un alto costo (u$s 1.500).
No acaben que ahora viene lo mejor
Pero en 1996,
una empresa de Hollywood, especializada en efectos especiales, empezó a
utilizar su tecnología para producir las muñecas para el amor más reales del
Mundo.
Así, las
Realdolls aparecieron con un esqueleto completamente articulado que permite
correctas posiciones anatómicas, una piel real obtenida por el uso de la
silicona y goma más cara del mercado, y se hacen de acuerdo a las necesidades y
pedidos de los usuarios.
Las cavidades vaginales y anales están
hechas para realizar una cómoda penetración dado que la silicona de la “piel”
de esas zonas es suave y muy elástica. Además, resiste y puede aplicarse
cualquier sustancia lubricante sexual para una penetración más fácil. Los
labios vaginales son muy reales. La cavidad bucal de las RealDolls, además de
ser tan apretada y permitir profundas penetraciones como las otras cavidades,
tiene una suave lengua, dientes de silicona y un mecanismo que abre y cierra la
mandíbula.
Cuando la boca es penetrada, un aparato aspirador provoca un efecto
de succión muy poderoso al punto que varios clientes aseguran haber
experimentado orgasmos muy intensos de esa forma.
Para crear el busto se usa una silicona
de consistencia gelatinosa que lo hace firme y real. Los pezones, erectos, se
pueden estirar varias veces su tamaño y se perciben –inquietantes- a través de
la ropa. Los pechos están tan bien hechos que el usuario los puede juntar y
utilizarlos como un “canal del amor” (la tradicional “cubana” o “paja
paraguaya”). En el futuro se piensan fabricar cuerpos con diferentes tipos de
bustos.
Si se desea un
modelo “especial” la empresa también vende muñecos transexuales y/o
hermafroditas clasificados como proyectos especiales. Los precios dependen de
lo requerido y son estudiados según los casos. Una muñeca estándar cuesta u$s
5.999 y el muñeco u$s 6.999 sin contar el envío. Extrañamente no se ofrece
ningún plan de crédito y solo se vende por internet. Las muñecas se envían al
comprador con un seguro, por avión y en confidenciales y amplios lockers.
Para construir
la muñeca la empresa ofrece una gran lista de opciones que van desde el tipo de
cuerpo al tipo de rostro pasando por el color de las uñas. El lema dice “si
siempre soñó con crear su ideal de mujer, vino al lugar indicado”.
Muñecas y psiquis
Mientras la
mayoría de la sociedad considera a las muñecas inflables como una patética
imitación de una mujer, algunos psicólogos y sexólogos encuentran un lado
positivo a estos artefactos. “Muchos de mis colegas creen que cualquier
sustitución de un contacto con piel y sangre real es antinatural, yo en cambio
pienso que una muñeca inflable sirve a importantes propósitos. Hay muchos
hombres con una timidez paralizante ante una mujer y podrían utilizar una
muñeca como una especie de entrenamiento, de hecho algunos hombres se
convirtieron en mejores amantes gracias a estos objetos” dijo el doctor y
sexólogo Linden Grankle de EE.UU. “Incluso en épocas de sida las muñecas son un
medio de tener sexo seguro y lo más cercano a la masturbación” arriesgó el
profesional.
Pero Grankle
enseguida aclaró que “llevado al extremo cualquier gusto sexual puede
desembocar en una neurosis”. Claro que si un hombre fija su fantasía en una
muñeca al punto de no poder mantener un contacto con una mujer se está ante un
problema.
Cine: Entre el fetichismo y la perversión
El cine –como
no podía ser de otra forma- se ocupó del tema ya sea desde la comedia o la
tragedia y con resultado dispar. Las películas más importantes fueron:
Tamaño Natural (Luis García Berlanga, 1973): con la acidez a que nos
tenían acostumbrados directores como Berlanga o Marco Ferreri y guionistas como
Rafael Azcona, en este film la hipocresía social termina reflejándose en la
soledad y obsesiones de un apacible esposo y profesional. En su camino a la
locura empieza engañando a su mujer con una muñeca inflable de quien termina
perdidamente enamorado. A pesar de la perfección del juguete sexual, es
patéticamente frustrante ver cómo se desarrolla la relación entre el hombre (un
alucinado Michel Piccoli) y su “mujer” sustituta. Excelente más allá de
un rítmo y una estética propias de otra
época.
No es bueno
que el hombre esté solo
(Pedro Olea, 1973): un drama en el que un extraordinario José Luis López
Vázquez da vida a un viudo que suple a su esposa con una muñeca inflable
con el propósito de mantenerse fiel a la difunta. A diferencia de la muñeca de
Berlanga, esta casi no tiene formas ni voluptuosidad.
Casanova (Federico Fellini, 1976): en plena
decadencia el amante veneciano (sorprendente Donald Shuterland) se
encuentra con Ofelia –una “máquina del amor”- a quien seduce y hace el amor
desesperadamente porque para él lo que cuenta es el número más allá de la
persona, aunque ésta sea una máquina.
Desire
(Vinnie Rossi, 1985): en
la que una psiquiatra trata de saber a través de sus pacientes qué es el deseo
y si sus pacientes lo tienen. Uno de ellos es un cómico que reconoce que a
pesar de haberse acostado con ciento de mujeres no ama a ninguna y que solo
desea a su muñeca inflable. Es la única película porno en que un actor (el
legendario Ron Jeremy) mantiene una relación sexual muy erótica y
explícita con una muñeca inflable. Muchos años después en plena era de
internet, un clip dio la vuela con mucho éxito en el que un semental penetraba
una muñeca inflable... transparente pudiéndose apreciar como descargaba su
semen una y otra vez, después de cada movimiento espasmódico.
Air Doll (Hirokazu Koreeda, 2009): Inclasificable
film japonés que narra entre pasos de comedia dramática y cine bizarro la
historia de una muñeca inflable que adquiere vida y descubre el mundo exterior
al de la cama a la que está destinada. Por momentos tierna, por momentos
sensual, la película siempre bordea lo bizarro. Como cuando la muñeca
(excelente interpretación de Doona Bae, la actriz de The Ring) una vez
terminada una relación sexual, ella misma vacía y limpia su reservorio
vaginal.
Finalmente otras como Metrópolis (Fritz
Lang, 1926) se aproxima a la idea al presentar esa especie de robot femenino
bastante seductor; en Hércules a la conquista de la Atlántida
(1961), una de “romanos”, la malvada heroína se satisface sexualmente con una
legión de muñecos inflables a elección; y en la famosa Blade Runner
(Ridley Scott, 1982) los replicantes femeninos son un adelanto de lo que
podrían ser las “realdolls” en un futuro no muy lejano.
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