jueves, 10 de octubre de 2013

SUBGÉNEROS DEL CINE PORNO

EL GANGBANG O UN DESVARIO SEXUAL


por Ariel Testori

El “gang bang” es un subgénero que se creó en el cine porno a partir de los videos amateurs europeos y consiste en una relación tumultuosa entre una mujer (a lo sumo dos) y varios hombres, en un tiempo determinado. Cuando se filma casi no hay descanso. No hay pausas hasta el próximo día en que todo continuará. Todo sucede -si es posible- en el mismo instante, casi en simultáneo y con varios hombres obturando con su sexo -o esperando hacerlo- cuanto orificio exponga la “star” de turno. Una vez que esta especialidad del porno se instaló en el gusto del público consumidor y en la técnica cinematográfica del director ¿qué quedaba por superar? El número, la cantidad.

Como al inagotable amante italiano Giacomo Casanova, para los que practican el “gang bang”, lo que importa es la cantidad. Y para la sociedad en que está inmersa la industria cinematográfica porno americana, sucede algo similar. Lo que importa es el número, lo más grande o el nuevo récord. En Europa -originales cultores del “gang bang”- se había llegado al tope: una mujer había resistido hasta 20 tipos en simultáneo. Y eso no podía quedar así.
En los EE.UU. había habido un intento que trascendió en el film El Diablo en Miss Jones 3 (Gregory Dark, 1986) protagonizado por una descontrolado Vanessa Del Rio y cuatro sementales negros que tuvo un lugar privilegiado en la crítica especializada. Pero, claro, solo fueron ¡cuatro tipos a la vez! Entonces había que hacer algo más contundente.

Empieza la locura


El director John T. Bone, especialista en gang bangs en EE.UU. tentó a la oriental Annabel Chong y parece que la chica tuvo el si fácil. Entonces hubo que conseguir 250 tipos dispuestos a “amar” a la Chong. A través de avisos en los diarios de todo el país se convocó a todos los hombres que quisieran hacerlo. El “punta pie inicial” y la “pitada final” la daría nada menos que el legendario y muy bien “armado” Ron Jeremy, que también actuó como presentador del evento.
El domingo 22  de enero de 1995estuvo lloviendo con fuerza pero no fue impedimento para que casi 200 hombres comunes y 50 actores porno de tercera línea vinieran de diferentes lugares al gran estudio que se montó para la filmación. Annabel estaba relajada como si estuviera en un picnic de primavera. Bone proveyó tres “fluffers” (las chicas que calientan o mantienen calientes a los actores cuando están fuera de escena), mientras que varios de los hombres que fueron se presentaron con sus propias parejas por si acaso.
Bone arregló con la actriz para que ella fuera quien eligiera los hombres con quienes quería hacerlo y por cuanto tiempo. Muchos hombres tuvieron problemas de elección y otros tantos sufrieron de eyaculación precoz. Pero Bone -previsor- tenía unos cuantos “studs” profesionales a mano. Cerca del final, después de 8 horas de trabajo, la Chong se asemejaba más a una prostituta tailandesa después de una jornada de trabajo de 16 horas que a una actriz porno. En ese momento hizo su aparición estelar Ron Jeremy y jugaron una escena muy caliente. O Annabel era muy buena actriz o Ron tiene algo muy especial.            
Al año siguiente el director Bone consiguió otra actriz dispuesta a sentirse colmada de sexo y se filmó El Gangbang más grande del Mundo 2 (1996) con Jasmin St. Claire con 300 hombres en cuatro horas. En realidad fueron 100 hombres que repitieron.       
La actriz quiso insistió en quebrar su propio récord y habría filmado Jasmin's Last Gangbang (1998), pero poco se sabe y podría ser un hecho más en las mentiras de internet.

¿Hasta el infinito y más allá?


El Gangbang más grande del Mundo: The Houston 500 (1999) con Houston haciéndolo con 620 tipos, también de John T. Bone, fijó un nuevo récord. Impresiona la transformación que sufre la hermosa Houston desde el comienzo hasta el final. Después del último “amante”, nada queda de la belleza de la rubia tetona. Por el contrario su rostro se transforma en una máscara bizarra de ojos llorosos y pómulos ennegrecidos por el rimmel corrido y la transpiración copiosa. Y eso que a muchos de los postulantes, la Houston los conformó con una masturbación de pies, lo que molestó a muchos que la descalificaban por utilizar ese método.
Por otro lado, la tetona Candy Apples en 1999 intentó acostarse con 2.000 hombres y ya iba por el pene 743 cuando se presentó la policía y suspendió el evento.     
En 2003, una pornstar polaca, Mariana Rokita, marcó su récord al tener relaciones sexuales con 759 hombres en un día. 
En 2004, Lisa Sparxxx actriz porno de EE.UU., durante el 3er. Campeonato Mundial Anual de Gangbang, en Erotica 2004, Polonia, lo hizo con 919 hombres a razón de un tipo cada 1 minuto 57 segundos. Supuestamente cada relación debía durar entre 30 y 60 segundos. A la Sparxxx, la acompañó la actriz porno Patricia de Brasil que tuvo relaciones con 898 hombres.
Ya en el terreno de los hechos no comprobados y entrando en la zona de leyendas urbanas se dice que la actriz Erin Daye, el 18 de mayo de 2007, batió el récord anterior al hacerlo con 1001 hombres en un día descansando 10 minutos por hora. El suceso habría originado el film The World's Largest Gang Bang 2007 y para conseguir la proeza la actriz tuvo como “fluffer” (la que ponía a punto a los que le tocaba hacerlo) a la actriz Totally Tabhita.   
La variante de sexo anal también tiene sus récords gangbang. En 1998 Brooke Ashley  fijó el récord con 50 hombres. Desgraciadamente, no supo que mientras lo hacía estaba contrayendo el sida. Luego, la marca sería ampliamente vencida por Victoria Givens cuando su culo recibió a 101 hombres.      

A la Argentina


¿Y por casa cómo andamos? El primer intento nacional fue Fiamma y los 12 hombres (Víctor Maytland, 1997). El video, casi perdido, fue el lanzamiento de la fogosa Fiamma -la primera actriz porno profesional que tuvo Argentina- y que durante la filmación conoció a Héctor Lachiessa, el legendario actor porno que se convertiría en su pareja en la vida real.
Después, más cerca en el tiempo, Milena hizo otra aproximación que tuvo como escenario un conocido porno shop argentino. En el video, Gangbang: las fantasías de Milena (2005) la actriz argentina lo hizo con 25 sementales criollos.  

Un libro



¿Una perlita? Para quienes, además de tener el placer de ver cine, gustan de la lectura, pueden encontrar un hallazgo. En 2010 se editó en Argentina Snuff de Chuck Palahniuk, el autor controversial y algo revulsivo que ya había hecho estragos con el cuento “Tripas” del libro Fantasmas y la novela El Club de la Pelea que dio origen a la célebre película. En Snuff se mete con un gangbang y todo su trasfondo. Una veterana actriz porno que quiere dar su último gran golpe antes del ocaso, su ex novio, un hijo perdido, la gente que va a participar, los que dirigen, las motivaciones, etc. Todo un aquelarre de sexo y miserias.           

MUÑECAS INFLABLES

LA MUJER ARTIFICIAL


Por Ariel Testori

Son sensuales, sus sexos son tibios y estrechos, las penetran analmente y son incapaces de quejarse. Perdieron esa mirada boba que tenían. Ahora entrecierran los ojos y hasta se ponen “en cuatro” esperando anhelantes a que alguien se ocupe de ellas. En un comienzo sus labios formaban una O inmensa e interminable. Ahora su boca se entreabre hasta que entre toda. ¿Será posible el futuro?  

Una música suave envuelve el cuarto, iluminado por la luz seductora de las velas que cobija a Jorge y Jennifer. Ella es rubia y viste una lencería negra que pronto desaparece ante el trabajo nervioso de los dedos de él. Su boca se acerca al oído de Jennifer y mientras le aparta el cabello le susurra palabras empalagosas. Después pasa a la acción. La besa profundamente penetrándole los labios de una boca cálida con su lengua firme. Sin perder tiempo sus dedos masajean los otros labios a través de la tela suave de la bombacha.
“Te quiero” le dice y enseguida: “¿me la querés chupar?”. Jorge se abre la bragueta y emerge una verga rígida como un palo que dirige a la boca abierta de Jennifer. Cuando entra, Jorge solo espera no eyacular muy rápido. “Despacito Jennifer, no me hagas acabar tan rápido” ruega. Pero sigue moviéndose deliberadamente y saboreando las enormes oleadas de placer que lo invaden. “Así…, despacito”. Cerca del climax, Jorge le agarra la cabeza por atrás y llevándola hacia delante descarga su semen en la garganta de ella hasta que el líquido aparece por entre sus labios rojos.
“Ah, que bueno, ¿te gustó mi lechita? ¿y ahora te gustaría que te la meta por la conchita?” grita Jorge. Por su mirada, parece que Jennifer está esperando eso.
La lleva a la cama, la recuesta y le saca la ropa mientras su verga ya está dura y lista nuevamente. Se tiras sobre ella, le entreabre las piernas y sintiendo la calidez de un orificio que se empieza a expandir, la penetra suavemente centímetro a centímetro. Cuando la tiene toda adentro Jorge tensa los músculos y se manda profundamente como si quisiera fundirse en Jennifer. Después, empieza a bombear intensamente y cuando siente que la concha le aprisiona la verga, piensa que ella está cada día mejor.
“Voy a acabar nena” gime y un esperma abundante brota llenando el sexo de Jennifer. Después le susurra “nena para vos nunca es suficiente, sos la mejor y nadie te puede reemplazar”. Al menos hasta que Jennifer explote o se pinche.                               
Jennifer es una muñeca inflable que Jorge compró dos años atrás y terminó revolucionando su vida sexual. El es un maestro mayor de obra de 36 años y no se ve como un enfermo o perverso sino alguien satisfecho con los tres orificios “siempre listos” que ella le ofrece.     


Un poco de historia


Jorge es uno de los pocos (en Argentina) del creciente número de hombres (en EE.UU.) que acepta tener “una relación” con una muñeca inflable como una situación normal.
Este juguete sexual tuvo sus orígenes en Francia en los ’60 y enseguida su uso se extendió por toda Europa y EE.UU. en donde no tardaron en comenzar su industrialización masiva. Posiblemente mucho haya tenido que ver la Guerra de Vietnam dado que la mayoría de los soldados norteamericanos cargaba con una muñeca en su mochila para aliviarse de las tensiones advertido de que debían tener poco trato con las prostitutas vietnamitas por problemas de infección o porque la mayoría respondía al Vietcong y sus bocas o vaginas podían esconder una gillette.

Tomadas como un objeto para bromas y regalos en los ’70, al punto tal que, aun en el ambiente del cine porno –si se proponía una escena entre un actor y una muñeca-,  se lo veía como algo descalificador, estos juguetes del sexo recobraron una nueva vida a partir de los ’80 y ’90. Al principio eran realmente feas, fabricadas en poliuretano, látex o con un compuesto a base de PVC, de color rosado pálido y en el que las costuras de galvanización podían bajar cualquier deseo antes de empezar. En la zona de la boca, la vagina y el ano contaban con reservorios para el semen eyaculado. Después aparecieron otras con una “piel” más suave, una boca capaz de succionar un pene, una vagina con vibrador y un orificio anal que puede brindar las mismas sensaciones que uno real. Por ejemplo, la boca tiene una especie de lengüeta con un mecanismo neumático que le permite aprisionar el glande.
Las muñecas comunes son de bajo precio pero se asemejan a feos globos con forma y los tres orificios consabidos. Algunas vienen con un suplemento que se le puede agregar para insertar un consolador pero son las menos. 
A mediados de los ’90 las muñecas se perfeccionaron y aparecieron modelos que trataban de imitar (bastante aproximados) los sexos, pechos, figura y rostro de las principales “pornstars” de la época. A la vez, se afianzaba la idea de que ellas nunca contestaban, tenían dolor de cabeza o menstruaban.
En Francia, la compañía Eagle France, dedicada a la fabricación de muñecas lanzó una serie de modelos de tamaño natural de una matriz realizada por un escultor, que están terminadas en una sola pieza y a un alto costo (u$s 1.500).

 

No acaben que ahora viene lo mejor


Pero en 1996, una empresa de Hollywood, especializada en efectos especiales, empezó a utilizar su tecnología para producir las muñecas para el amor más reales del Mundo.
Así, las Realdolls aparecieron con un esqueleto completamente articulado que permite correctas posiciones anatómicas, una piel real obtenida por el uso de la silicona y goma más cara del mercado, y se hacen de acuerdo a las necesidades y pedidos de los usuarios.
Las cavidades vaginales y anales están hechas para realizar una cómoda penetración dado que la silicona de la “piel” de esas zonas es suave y muy elástica. Además, resiste y puede aplicarse cualquier sustancia lubricante sexual para una penetración más fácil. Los labios vaginales son muy reales. La cavidad bucal de las RealDolls, además de ser tan apretada y permitir profundas penetraciones como las otras cavidades, tiene una suave lengua, dientes de silicona y un mecanismo que abre y cierra la mandíbula. 

Cuando la boca es penetrada, un aparato aspirador provoca un efecto de succión muy poderoso al punto que varios clientes aseguran haber experimentado orgasmos muy intensos de esa forma.
Para crear el busto se usa una silicona de consistencia gelatinosa que lo hace firme y real. Los pezones, erectos, se pueden estirar varias veces su tamaño y se perciben –inquietantes- a través de la ropa. Los pechos están tan bien hechos que el usuario los puede juntar y utilizarlos como un “canal del amor” (la tradicional “cubana” o “paja paraguaya”). En el futuro se piensan fabricar cuerpos con diferentes tipos de bustos.  
Si se desea un modelo “especial” la empresa también vende muñecos transexuales y/o hermafroditas clasificados como proyectos especiales. Los precios dependen de lo requerido y son estudiados según los casos. Una muñeca estándar cuesta u$s 5.999 y el muñeco u$s 6.999 sin contar el envío. Extrañamente no se ofrece ningún plan de crédito y solo se vende por internet. Las muñecas se envían al comprador con un seguro, por avión y en confidenciales y amplios lockers.
Para construir la muñeca la empresa ofrece una gran lista de opciones que van desde el tipo de cuerpo al tipo de rostro pasando por el color de las uñas. El lema dice “si siempre soñó con crear su ideal de mujer, vino al lugar indicado”.
              


Muñecas y psiquis


Mientras la mayoría de la sociedad considera a las muñecas inflables como una patética imitación de una mujer, algunos psicólogos y sexólogos encuentran un lado positivo a estos artefactos. “Muchos de mis colegas creen que cualquier sustitución de un contacto con piel y sangre real es antinatural, yo en cambio pienso que una muñeca inflable sirve a importantes propósitos. Hay muchos hombres con una timidez paralizante ante una mujer y podrían utilizar una muñeca como una especie de entrenamiento, de hecho algunos hombres se convirtieron en mejores amantes gracias a estos objetos” dijo el doctor y sexólogo Linden Grankle de EE.UU. “Incluso en épocas de sida las muñecas son un medio de tener sexo seguro y lo más cercano a la masturbación” arriesgó el profesional.
Pero Grankle enseguida aclaró que “llevado al extremo cualquier gusto sexual puede desembocar en una neurosis”. Claro que si un hombre fija su fantasía en una muñeca al punto de no poder mantener un contacto con una mujer se está ante un problema.


 Cine: Entre el fetichismo y la perversión


El cine –como no podía ser de otra forma- se ocupó del tema ya sea desde la comedia o la tragedia y con resultado dispar. Las películas más importantes fueron: 
Tamaño Natural (Luis García Berlanga, 1973): con la acidez a que nos tenían acostumbrados directores como Berlanga o Marco Ferreri y guionistas como Rafael Azcona, en este film la hipocresía social termina reflejándose en la soledad y obsesiones de un apacible esposo y profesional. En su camino a la locura empieza engañando a su mujer con una muñeca inflable de quien termina perdidamente enamorado. A pesar de la perfección del juguete sexual, es patéticamente frustrante ver cómo se desarrolla la relación entre el hombre (un alucinado Michel Piccoli) y su “mujer” sustituta. Excelente más allá de un rítmo y una estética  propias de otra época.

No es bueno que el hombre esté solo (Pedro Olea, 1973): un drama en el que un extraordinario José Luis López Vázquez da vida a un viudo que suple a su esposa con una muñeca inflable con el propósito de mantenerse fiel a la difunta. A diferencia de la muñeca de Berlanga, esta casi no tiene formas ni voluptuosidad.
Casanova (Federico Fellini, 1976): en plena decadencia el amante veneciano (sorprendente Donald Shuterland) se encuentra con Ofelia –una “máquina del amor”- a quien seduce y hace el amor desesperadamente porque para él lo que cuenta es el número más allá de la persona, aunque ésta sea una máquina.  
Desire (Vinnie Rossi, 1985): en la que una psiquiatra trata de saber a través de sus pacientes qué es el deseo y si sus pacientes lo tienen. Uno de ellos es un cómico que reconoce que a pesar de haberse acostado con ciento de mujeres no ama a ninguna y que solo desea a su muñeca inflable. Es la única película porno en que un actor (el legendario Ron Jeremy) mantiene una relación sexual muy erótica y explícita con una muñeca inflable. Muchos años después en plena era de internet, un clip dio la vuela con mucho éxito en el que un semental penetraba una muñeca inflable... transparente pudiéndose apreciar como descargaba su semen una y otra vez, después de cada movimiento espasmódico. 

Air Doll (Hirokazu Koreeda, 2009): Inclasificable film japonés que narra entre pasos de comedia dramática y cine bizarro la historia de una muñeca inflable que adquiere vida y descubre el mundo exterior al de la cama a la que está destinada. Por momentos tierna, por momentos sensual, la película siempre bordea lo bizarro. Como cuando la muñeca (excelente interpretación de Doona Bae, la actriz de The Ring) una vez terminada una relación sexual, ella misma vacía y limpia su reservorio vaginal.                     


Finalmente otras como Metrópolis (Fritz Lang, 1926) se aproxima a la idea al presentar esa especie de robot femenino bastante seductor; en Hércules a la conquista de la Atlántida (1961), una de “romanos”, la malvada heroína se satisface sexualmente con una legión de muñecos inflables a elección; y en la famosa Blade Runner (Ridley Scott, 1982) los replicantes femeninos son un adelanto de lo que podrían ser las “realdolls” en un futuro no muy lejano. 

VANESSA DEL RÍO, LA DIOSA NEGRA DEL SEXO

El  sexo latino del Porno


Por ARIEL TESTORI


Todo en esta cubana nacida en Nueva York era más grande que lo normal. Su boca, sus pechos y el apetito sexual fueron desaforadamente sensuales y sorprendentes. Admiradora de nuestra Isabel Sarli, es considerada una reina de la historia del cine porno. Desde 1976 cuando debutó –bueno, es una forma de decir- gozó y estremeció a John Holmes, Jamie Gillis, John Leslie o Paul Thomas entre otros. Dueña de un clítoris hiperdesarrollado y generadora de las fantasías más sucias y húmedas, se animó a todo. Hasta que asustada por el avance del Sida dijo basta para dolor de los pornógrafos del mundo y se retiró.       

Cuando el cine porno irrumpió en la sociedad de EE.UU. al inicio de los `70, los dioses de ese Olímpo del sexo eran todos blancos, rubios y sajones. Quizás se mezclaba algún que otro negro y una que otra oriental (Mai Lin fue la más famosa de esa época), ya sea por sus dotes corporales, el atractivo de una relación interracial para ser aun más políticamente incorrectos, o por jugar con las fantasías sexuales que los hombres negros y las mujeres orientales provocaron en el hombre blanco.
Lo real era que el sexo que se consumía en esos tiempos lo practicaban   tipos como John Holmes, Harry Reems, Jamie Gillis o John Leslie. O mujeres como la platinada Seka, la pecosa (y “pechocha”) Lisa DeLewee o las anglosajonas Marilyn Chambers o Veronica Hart. Y todo funcionaba a las mil maravillas. Sin embargo algo faltaba para que la interracialidad fuera completa y el negocio se expandiera a nuevos mercados étnicos. El ambiente del cine para adultos o XXX no tenía ninguna figura hispana en sus elencos.

A la maestra con cariño

Hay que remontarse al Nueva York de 1974 cuando en las discos de Manhattan causaban sensación las “go-go dancers”, chicas con atractivos cuerpos que bailaban solas y frenéticamente en plataformas elevadas o en jaulas suspendidas. En ese tipo de locales una fémina de ascendencia cubana pero nacida en Brooklyn hacía las delicias de cuanto muchacho la miraba. Es que Vanessa Del Rio captaba la atención de cualquiera no solo por como bailaba o por su cuerpo espectacular sino por todo lo que insinuaba en cada gesto o movimiento. Su baile y su cuerpo eran pura dinamita y promesas de descenso a los infiernos más pecaminosos.
La carrera de esta chica no podía terminar en la oscuridad de una discoteca. Después de sobrevivir como bailarina de espectáculos eróticos, en 1976 (aunque algunos estudiosos del tema sitúan su inicio en el cine XXX a mediados de 1975) debutó en el cine para adultos en un film llamado China Doll, una modesta producción de la Costa Este por el que cobró u$s 150.- A partir de ese momento Vanessa Del Rio se propuso ocupar un lugar importante en la industria y no pararía hasta lograrlo. Dotes no le faltaban y voluntad y entrenamiento le sobraban.
Vanessa siempre recuerda que uno de sus espejos en donde se miró para actuar era una actriz argentina que había trascendido en los EE.UU. “Mi madre acostumbraba a llevarme al cine para que aprendiera de las actrices consagradas y había una estrella argentina, Isabel Sarli, que en todas sus películas tocaba temas sexuales y los hombres se peleaban por ella. Había una película en la que su marido la llevaba al ginecólogo porque era una ninfómana y ella terminaba seduciendo al doctor. Esta mujer tuvo una gran influencia en mi por el modo en que siempre era tan solicitada sexualmente” recuerda entre nostálgica y con admiración la Del Rio. “Todos los hombres la ansiaban e Isabel parecía muy poderosa gracias a su sexualidad, cuando veo algunas fotos que hice observo que las poses  recuerdan a las que adoptaba esa mujer de tetas inmensas y cabellos oscuros en sus películas” termina confesando a modo de tributo. Sin duda la pornostar se refiere a las películas de Isabel Sarli (Fuego, Fiebre, La Mujer de mi Padre o Intimidades de una cualquiera) que fueron estrenadas en EE.UU. durante los `70 con gran éxito de público en los cines de la zona de las Calles 42 y Av. Broadway.
La confesión que hace Vanessa Del Rio sobre su “escuela” actoral y la admiración por la Sarli es cierta. Independientemente de la exuberancia común a ambas, si se observa a Vanessa, con detenimiento, en las escenas en que está siendo seducida o está excitada se pueden encontrar gestos y poses muy similares a los de la Coca.

Algo entre las piernas

Encasillada en roles de sirvienta o camarera, al poco tiempo de estar en el porno esta vampiresa latina llegó a convertirse en una verdadera estrella del género. Es que la exuberante Vanessa Del Rio, además de su ferocidad escénica (por la que se ganó el mote de “Vanessa Dinamita”) y su desparpajo a la hora de “tragarse” a cualquier actor por bien dotado que este estuviese, posee un clítoris descomunal. Se hizo una costumbre que en los prolegómenos de todas sus escenas sexuales la actriz tuviera la costumbre de exhibir de manera ostentosa su clítoris.  Es que los 5 centímetros que miden su apéndice sexual bien podrían haber figurado en cualquier tratado de ginecología o el Libro Guiness de los Records. Por lo pronto los viejos pornógrafos consideran que la ardiente Vanessa Del Rio es a las mujeres lo que el “rey” John Holmes ( armado con 35 cms. en estado de erección) es a los hombres.                           

 El fantasma del Sida

Con unas 80 películas en su haber (bastante pocas si se compara con otras actrices) pero bastante cuidadas por su calidad, Vanessa Del Rio está considerada como la actriz más procaz y desvergonzada que dio la época dorada del porno.
Como una real y obscena mujer latina, Vanessa se hizo famosa por convertirse en una experta felatriz lo que la ayudó a ser elegida como una de las Reinas del cine porno más querida de todos los tiempos. Y no era una boca grande más. Su boca fue lo que la convirtió en leyenda. Podía estar mamando a dos sementales a la vez y con sus ojos pedir más.
Pero su talento erótico no se limitó a meterse penes en su boca. Difícilmente se haya visto una mujer con tanta lujuria para ofrecer y para recibir.  Su desenvoltura en la cama, acompañada de gritos y gemidos de un placer inquietante cada vez que llegaba a un orgasmo, también marcó una época. Además, consciente de la creciente importancia del cuidado del cuerpo en el mundo del porno, no reparó en recurrir al fisico culturismo para adquirir una anatomía de porte atlético. Siendo una de las primeras actrices en adquirir esa costumbre.
La aparición del SIDA fue decisiva para que Vanessa, en 1986, abandonara el mundo del porno. Alguna vez, ya retirada, declaró “nunca más volveré a protagonizar películas para adultos, aunque el problema del SIDA ya está más o menos controlado, actualmente todos los films son iguales, los únicos que me gustan son los de la serie Buttman del director John Stagliano”.
Cuando algunos pensaban que la pornostar no sabría como vivir sin la fama y las luces húmedas del cine para adultos, la Del Rio salió adelante. Siempre controlando un cuerpo fabuloso pero que por contundente tiene cierta tendencia a engordar, primero dirigió su propio gimnasio y durante una temporada participó en un programa de TV sobre fisicoculturismo.
Además, para delicia de sus seguidores de EE.UU y Canadá, continúa realizando giras de strip-tease y modelando desnudos para revistas para hombres. Y como si eso fuera poco tiene una “hot-line” y es consejera de una guía mensual de diversión sexual de Nueva York. Su popularidad sigue tan intacta como cuando era una pornostar y hasta la célebre serie NYDP  (aquí “Policía de Nueva York”) la tuvo como estrella invitada y para toda la familia.


Filmografía selecta

Como una verdadera belleza exótica, con un cuerpo exuberante y macizo, ojos de pantera y una boca para el exceso, las películas de Vanessa Del Rio –en su mayoría- ocupan un lugar destacado en la historia del cine XXX. De su filmografía hay un puñado de films que son imprescindibles de ver si se quiere, realmente, saber de que se trata esto de tener sexo por delante, por detrás, por la boca, por donde sea, o entre dos, tres o más personas juntas. Aquí está el legado más preciado que dejó esta diosa del sexo, vampira de los deseos más oscuros e inconfesables de los hombres de una época:

Justine, 1980
Babylon Pink, 1980, Henri Pachard
Delicias a media tarde (Afternoon delights), 1981,
Foxtrot, 1982, Cecil Howard
Seda, satén y sexo, 1984, Lawrence Talbot
El Diablo en Miss Jones Parte 3, 1986, Gregory Dark
En lo más profundo de Vanessa (Deep inside Vanessa), 1986, Gregory Dark
¿Hombre o mujer? Travesti, 1987, Michel Ricaud
Eróticamente Vanessa (recopilación), 1987, Varios directores.

                                                                      

Momentos memorables


Con su cuerpo de reina guerrera, Vanessa De Rio transmite, además de sensualidad, un extraordinario poder y agresión en la pantalla. Frente a las cámaras se transforma y explota con la furia de una tormenta tropical y se convierte en una mujer que, en cuestiones de sexo, apela a sus energías más primitivas.
Cada parte de ella está hecha de y para el sexo. En los estudios era un secreto a voces que cuando se empezaba a rodar, Vanessa no fingía y muchas veces se mostraba como una devoradora de hombres. Una vez un actor porno confesó que “una vez que entrabas en ella, los movimientos de su pelvis eran tan especiales que sentía que no podía escapar de ahí, ¿pero quién lo quería hacer?”. Sus legendarios labios eran tan carnosos que parecían hechos solo para “eso”. Con estas “cualidades” no es de extrañar que la actriz protagonizó algunas escenas memorables en la historia del porno.   
En Foxtrot, por ejemplo, hizo algo nunca visto hasta ese momento en pantalla. La historia se ubica en plena Fin de Año en Manhattan y diferentes parejas festejan a su modo el año que se aproxima. Las escenas de sexo son volcánicas. Hay tipos muy desarrollados, lesbianismo, “besos negros”, ingestión de semen, etc. pero lo de Vanessa se las trae. Dispuesta a hacerle una fellatio a su pareja, luego de practicarle un inquietante “beso negro”, esta morocha alucinante se mete un cubito en su cavidad bucal y sin decirle nada al tipo le hace una “garganta profunda” primero para chuparlo frenéticamente después. Un “ice blow job” que le dicen.      
En El Diablo en Miss Jones Parte 3, la Srta. Jones está en la Tierra nuevamente y luego de un encuentro con Lucifer otra vez más comienza su eterno periplo por el Averno. En su viaje por el infierno presencia y participa de todo tipo de experiencias sexuales. Una de ellas tiene como protagonista a Vanessa Del Rio dando vida a una mujer sexualmente insaciable condenada a mantener relaciones por toda la eternidad. Acostada sobre una tarima –mientras expone su clítoris hiperdesarrollado-, cinco sementales negros la penetran simultáneamente o son excitados, acariciados, masturbados o succionados  por ella indefinidamente. El cuadro, tórrido, bizarro, con los negros encapuchados dándose coraje mutuamente y Vanessa pidiendo más, alcanza la categoría de histórico en el cine del género para adultos. Los tipos son muy desarrollados y el momento en que esta diosa latina –casi con la vista extraviada de placer- menea esas vergas a dos manos para luego introducirlas en su boca al unísono es estremecedor. Con esta escena, Vanessa y los Hnos. Dark daban origen al subgénero “gang-bang” que luego se haría popular a partir de los `90.

                                                                            

ESE VENERADO OBJETO DEL DESEO


Por Ariel Testori

¿Qué misterio encerró el pecho femenino a lo largo de la historia de la Humanidad para que  se convirtiera en el centro de atracción sexual para la mayoría de los hombres?
¿Qué sucedió para que, en el siglo pasado, una parte de la anatomía femenina pareciera que hubiese pasado a ser casi propiedad exclusiva de los hombres?
Así, como no podía ser de otra manera, el cine -pornográfico y masivo- también lo hizo centro de su temática y hasta logró un “star system” con las actrices a las que la naturaleza (o la tecnología) las dotó con generosidad.  

Fuera del espacio que ocupaban con el derecho ganado por lo clandestino e inmoral de las películas pornográficas, el cine se tomó su tiempo para mostrar la belleza pectoral desnuda de una mujer.
En 1934, Eddy Kiesler –más tarde conocida como Heddy Lamar- se exhibió desnuda en Extasis en una sugestiva secuencia de un baño ambientado en una campiña salvaje.
Otro caso, entre el pecho de una estrella y el cine, que marcó una época fue el de la hermosa Jane Russell y su generoso busto. En The Outlaw era la amante del pistolero Billy the Kid y enfundada en una blusa muy sugerente –tendida sobre la paja de un granero- terminó por excitar y seducir a toda una generación.  A las tremendas medidas del pecho de la Russell también había contribuido un corpiño especial, ferreo y anatómico que su amante, el potentado Howard Hughes le había fabricado especialmente cuando ella tenía 22 años. “El busto de la señorita Jane Russell es como una tormenta en un paisaje” dijo un colérico juez de la ciudad de Baltimore cuando tuvo que censurar la película. El film estuvo prohibido en todo EE.UU. durante seis años.
A partir de mediados de los `40 el cine prefirió, aunque sea por sugerencia, mostrar mujeres con el busto desarrollado. Qué se puede pensar sino de los abrigos ajustados (pullovers o jerseys con cinturas de avispas) de Marilyn Monroe, Kim Novak o Stella Stevens. O de Elizabeth Taylor o Debra Paget enfundadas en ceñidos vestidos en los que sus bustos  parecían fruto de una coraza femenina en Ivanhoe o El Principe Valiente.
En tanto, en Europa nadie sabía respirar con tanto énfasis como la italiana Yvonne Sanson en terribles melodramas. Cuando llegaba el momento del sollozo el movimiento de su busto generoso inundaba la pantalla. Y para colmo, daba la casualidad que la Sanson siempre vestía de negro para la ocasión. Con ella nació la “maggiorata”, las mujeres que por sus contundentes y macizas medidas corporales se convertirían en las típicas mujeres italianas o “los pechos de Cinecittá” (el Hoolywood de Italia) entre los`50 y los `70. Silvana Mangano en “Arroz Amargo”; Sofía Loren en “Ayer, Hoy y Mañana”, “Boccaccio`70”, y otras decenas de films; su presunta rival Gina Lollobrigida en Venus Imperial; Silvana Pampanini; Marisa Allasio quien declaró “yo tengo cuatro centímetros más de personalidad que Sofía Loren”; Rossana Podestá, Antonella Lualdi, Giovanna Ralli, Claudia Cardinale, Elsa Martinelli (que recién se mostraría en “La llave” en todo su esplendor) y Sandra Milo a quién el director Federico Fellini le brindó homenaje en “Julieta de los espíritus”.
Estas mujeres, pero en especial Sofía Loren y Gina Lollobrigida, ofrecieron una sexualidad apasionada y vengativa que estaba escondida debajo de sus oscuras cabelleras y sus voluminosos pechos. Daban la impresión de que su sexualidad se centraba en ellos. 
En tanto, la actriz francesa Brigitte Bardot, una hermosa rubia de notables pechos rivalizó con Marylin Monroe 
Federico Fellini es el gran poeta del pecho femenino exuberante, incansable en alabar con sus imágenes los bustos descomunales. A pesar de que no se conocen los nombres de muchas de las portentosas mujeres que dieron vida a sus obsesiones mamarias se puede recordar a Edra Gale (la bruja Sarraghino de “Ocho y medio”) o a Sibilla Sedat (“Satiricón”) o la increíble Chesty Morgan (propietaria de un busto de 200 cms. en las escenas -censuradas en Argentina- de “Casanova”). Esas mujeres no hacen sino recibir el piropo fílmico de quién ama –por sobre todo- a las mujeres tetonas.
Tan agresivamente dotas por la madre naturaleza fueron otras actrices, como ese delirio rubio que fue la sueca Anita Ekberg (la Anitona, actriz fetiche de Fellini en “La Dolce Vita” y “Boccaccio`70”) o la americana Jayne Mansfield de quién Hemingway dijo “esta chica es la única mujer en el mundo que puede ducharse sin mojarse los pies”.
Para alardes cada vez más disparatados en materia de pechos, el cine de los `60 y `70, encontró al director americano Russ Meyer como su máximo adalid. Este especialista e increíble buscador de mujeres con estas características, a través de sus films nutrió al espectador con super encantos como Kitten Natividad, Tura Satana, Lorna Maitland y Uschi Digart.

Los medios de comunicación y en especial –obviamente- las revistas masculinas han hecho de los pechos de la mujer su razon de vida y venta. La famosa Playboy desde su lanzamiento en la década del `50 centralizó su política editorial en el busto de la mujer. De hecho habría que preguntarse si solo siguió la tendencia de la sociedad yankee que dice que “más grande es mejor” o  se encargó de imponer una moda. Lo real es que para esa revista pareciera que el sexo existe solo de la cintura para arriba. Y solo ante el avance arrollador en materia sexual de otras publicaciones como Penthouse y Hustler, en los `80 decidió ampliar su espectro. Sin embargo, en los `90 la tendencia editorial de EE.UU. marcó que el interés masculino por los pechos femeninos –y si eran grandes, mejor- se mantenía en alza y así aparecieron revistas especializadas como Busty, Juggs, Gent,  Score, Bust Out y Voluptuosus que con sus tiradas millonarias no solo nutren a EE.UU. sino al resto del Mundo.

Las reinas de los pechos

Son las mujeres neumáticas que conforman un firmamento propio en el cielo del cine para adultos. Imagínese a Isabel Sarli multiplicada por 10, 50, 100 y tendrá una cantidad de mujeres que no pueden usar un corpiño menor a 120 y con una taza D. D de delicia, delicia del sueño de una gran mayoría de hombres que ven en el busto de la mujer uno de los principales elementos eróticos motores de sus más secretas fantasías. Cuando se los desnudan, se acarician, se muestran o se ofrecen ellas se convierten en las auténticas dueñas de la tentación. 

En sus inicios comerciales el cine XXX norteamericano no se interesó demasiado por los grandes pechos porque aun estaban vigentes las pautas estéticas del hippismo. La andrógina y estilizada pornostar Marilyn Chambers (“Detrás de la puerta verde”) fue un claro ejemplo de esa tendencia. Pero a fines de los `70 empezaron  a surgir actrices más robustas como la pecosa, pelirroja y exuberante Lisa DeLeeuw, Rhonda Jo Petty o Sue Nero. Finalmente, la aparición del subgénero “grandes pechos” se produjo a finales de los `80 cuando se generalizó el implante de siliconas. El rubro también es conocido como “big boobs” expresión de slang (lunfardo) con la que se suele designar al subgénero protagonizado por actrices con pechos descomunales.

La lista de actrices siliconadas es extensísima pero merecen destacarse Tori Welles, Tracey Adams (realizó unas 300 películas), Carolyn Monroe, Tonisha Mills, las negras Ebony Ayes y Domonique Simone, Lynne LeMay, Samantha Strong y Sandra Scream entre muchas otras. En cambio, la actriz Rachel Ryan en 1987 se jugó por los pechos de siliconas voluminosos y a los dos años tuvo que sacárselos porque estaba en peligro su vida. Los pechos naturales de grandes dimensiones no son comunes y por eso son consideradas “vacas sagradas” la veterana Candy Samples, Christy Canyon, la hispana Keisha (realizó más de 100 films) y Trinity Loren. La Samples fue una de las primeras actrices de pechos enormes que trabajó en el porno después de haber participado en numerosas producciones “soft-core” (en varios films dirigida por el maestro especialista en el tema Russ Meyer y en la recordada parodia Flesh Gordon).
 Hay actrices con pechos que alcanzan dimensiones monstruosas y terminan trabajando en el subgénero “freak” (fenómenos). En la actualidad quien lidera esta categoría de mamas hiperdesarrolladas es la inglesa Zena Fulson. Cada teta le pesa muchos kilos y le cuelgan más allá de la cintura. Muchos desconfían y piensan en una prótesis. Después le sigue Mandy Mountjoy (se habla de 15 kilos cada pecho), más volcada a las producciones fotográficas y presentación en clubes.  

La productora de la directora Loretta Sterling tiene un amplio catálogo de películas protagonizadas por actrices con pechos excesivos como Tiffany Towers, Lisa Lipps, Candy Cantaloups, Wendy Whoppers y la devastadora Chessi Moore (es alucinante verla protagonizar “Caperucita Roja” de Luca Damiano). Al respecto la Moore dijo que “al principio creían que las tetas voluminosas jamás saldrían de los guetos  de los locales de “topless” o de “streap-tease” hasta que llegó el auge de los films especializados, ahora nos hemos hecho muy populares, al principio la gente creía que era algo anormal, una moda pasajera que a los hombres no les iba a gustar, pero la mayoría de ellos nos encuentra muy atractivas”. La aceptación del sistema quedó demostrada cuando una revista tan respetable como Playboy (junio`95) realizó una superproducción fotográfica con Pandora Peaks aunque nunca trabajó en el porno. Uno de los mejores trabajos producidos por la Sterling es Boobs a Poppin` que tiene como protagonistas a Bunny Bleu y la excepcional Letha Weapons que cae en las manos del inefable Ron Jeremy. Un verdadero duelo de gigantes.
En EE.UU. el mercado del video está surtido con series (recopilaciones) como Big Melons, Big Tits y Boobs. En tanto, en Europa solo en Alemania el subgénero cuenta con muchos seguidores. La británica Sarah Young, la irlandesa Jay LaBelle y la checa Dolly Buster son las únicas actrices destacadas que pueden competir con los grandes volúmenes pectorales de las norteamericanas.  
Tetas, limones, pechos, senos, gomas, mamas, lolas, cualquier sinónimo remite a esa parte del cuerpo de la mujer que la industria del cine XXX -a través de estas actrices que se nombraron- se encargó de convertir en objeto del deseo y de culto. Cada vez que una mano ajena o propia se ahueca –frustrada- para abarcarla en su totalidad, el deseo de cientos de miles de espectadores crece un poco más. A partir de ese instante ellas se convierten en las reinas y las amas de la situación
MUJERES, CINE Y SEXO

Por Ariel Testori


Desde hace unos años existe una tendencia en el cine europeo de avanzar sobre el espectador presentando el sexo y su problemática de forma explicita. Este artículo enumera una serie de estas realizaciones que además, tienen la particularidad de haber sido dirigidas –algunas- por mujeres. 

Hace varios años con motivo del estreno de Con el Diablo en el cuerpo (Marco Bellochio, 1986) los argentinos asistimos a un hecho insólito para estas épocas. Un ciudadano se sintió ofendido porque en una dramática escena la exquisita Marushka Detmeres (¿qué habrá sido de ella?) toma el pene fláccido de su novio entre sus manos e insinúa una fellatio y la justicia argentina prohibió que se continuara la exhibición del film.
Algo similar sucedió en 1973 a raíz del estreno de Ultimo tango en París (Bernardo Bertolucci, 1972) en donde por primera vez la pantalla grande planteaba las peripecias de una relación anal. Pero en esa ocasión la película se pudo ver durante una semana para no volverse a exhibir hasta muchos años después.
Ahora, a la distancia, estos hechos pueden parecer graciosos pero fueron coletazos fuertes de la férrea censura argentina de los ’70 y comienzos de los ’80.
Por suerte los tiempos han cambiado y las tendencias sociales y sexuales han variado sustancialmente. Por un lado, ya no se vive una censura tan devastadora y por otro, el sexo irrumpió en la vida de tal manera que ya desborda por la ventana de la televisión.
Si bien el cine americano a lo largo de muchos años ha sufrido las doctrinas morales de Ronald Reagan y George Bush padre y en la actualidad los films están lavados de sexo, el cine europeo cambió las reglas. En especial el cine francés que desde los comienzos de los ’90 marcó un ritmo sostenido con la exhibición de escenas de sexo explícito y, lo que es más trascendental, de la mano de una audaz camada de realizadoras.
      

                   Rocco, la primera audacia

Romance (Francia, 1998) fue la película que inició esta tendencia. Dirigida por una mujer, Catherine Breillat, se anunció como “un ensayo porno artístico” y razones no le faltaron. Lo protagonizaba Rocco Siffredi, el mayor semental que dio el cine porno después de John Holmes y la directora anunciaba escenas con desnudos masculinos frontales, penes en erección y algunas fellatios.
El film cuenta la relación entre Marie, una maestra, y Paul, un modelo, que están tan aburridos el uno del otro que deciden buscar nuevos amantes para recrear sus vidas. Así, Marie inicia una autoexploración sexual y se deja amordazar, atar y esposar buscando más que calidad la fantasía del tamaño. Al respecto cuando se le pregunta por qué convocó a una estrella como Rocco, Breillat dijo “quería hacer una película sin ninguna clase de censura, ni siquiera la censura que los actores se pueden imponer a si mismos por cuestiones de vergüenza y en ese sentido Rocco es muy carismático y capaz de moverse como un gato, era capaz de proporcionarle a la película esa libertad que necesitaba”.
El actor italiano, haciendo gala de un profesionalismo forjado en el sudor y las camas de los sets porno, cumplió con creces. Los que lo vieron por primera vez y no sabían sus orígenes quedaron embobados al ver un pene de esas dimensiones y  mantener una erección por minutos con el único estímulo de una cámara delante. Respecto a lo que buscaba la directora al intuir el tabú y la verguenza de los actores el caso de Siffredi fue un claro ejemplo. El curtido actor de cientos de films porno contó que cuando debió rodar las escenas en que aparecía en erección trató de ponerse de acuerdo con la actriz coprotagonista para iniciar la escena pero sufrió un rechazo directo. Rocco contó que por primera vez tuvo que auto estimularse para filmar dado que la actriz le manifestó “que no sabía como era su historia pero que ella no estaba dispuesta a participar en nada y que se arreglara solo”.      
El film tuvo valores artísticos poco rescatables y fue destrozado por la crítica. Respecto de Rocco, quienes lo conocían y aun los que no, opinaron cosas como que “su interpretación demuestra que, además de su notorio carisma, el hombre también puede actuar -a veces mejor que varios de los intérpretes convencionales que aparecen en otras escenas-” (Diego Curubeto de Ambito Financiero) hasta que “sólo así se explica que la directora haya contratado a un pésimo actor del cine pornográfico -Rocco Siffredi- por las dimensiones de su pene” (Osvaldo Quiroga de El Cronista) pasando por “si algo de porno hay en Romance es más que nada la presencia eréctil de Rocco Siffredi, una de las stars más notorias del rubro” (Horacio Bernades de Página/12).

                   Las cosas por su nombre

                   Si bien se trató de disimular el escándalo que hubiera provocado su estreno en el circuito cinematográfico porteño, Fóllame (Baise-moi, Francia, 2000), o "Fuck- me" su título  norteamericanizado, igualmente llegó al público a través del video no oficial.
En esta realización nuevamente mujeres francesas ponen manos a la obra y entregan un film rebosante de sexo explícito. La película, que si se hubiese estrenado oficialmente en Argentina ¿se habría llamado “Cogeme”?, fue dirigida por Virginie Despentes. Con 31 años, actualmente es escritora y fue  bailarina de “peep-shows”, vendedora de “sex shops” y administradora de una casa de masajes. La Despentes tuvo como colaboradora a Coralie Trinh Thi, una ex actriz porno francesa. Y como protagonistas eligió a Raffaela Anderson y Karen Bach, dos actrices dedicadas al mismo rubro que, además de encontrarlas ideales para sus papeles, eran las indicadas para protagonizar las numerosas escenas de sexo que hicieron que la película se quisiera censurar en Francia.
La historia cuenta cómo Manu y Nadine, después de ser violadas, están dispuestas a vivir de manera rebelde y sin conceder tregua a la sociedad con que se sienten enfrentadas. Deciden emprender un raid de sexo y violencia y lo que empieza como un juego con un robo se convierte en una orgía de sangre en la que ellas son los verdugos sexuales de los hombres con quienes se acuestan.
El film, con un formato que lo asimila al género de las “road movies”, emula las películas de Quentin Tarantino (por la violencia desenfrenada) y a las de los mejores directores del cine porno (por las escenas de sexo explícito). Alguna crítica especializada ve similitudes con la legendaria Thelma y Louise y Asesinos por naturaleza, pero con excesos pocas veces visto en los circuitos de exhibición “normales”. Los hombres son “asaltados” sexualmente antes de ser asesinados, los policías mueren por pedir documentos y algún desgraciado es violado con el caño de un revolver después de haber protagonizado un obligado “striptease” y antes de que le disparen un tiro en el ano. Posiblemente Despentes haya tenido el objetivo de utilizar el sexo para molestar, para incomodar, y lo logra con creces. Como está presentado, salvo contadas escenas, no puede excitar a nadie porque se muestra como un medio de dominación y despojado de un atisbo de ternura.

Entre el deseo y la perversión


Otro film embarcado en esta tendencia de mostrar sexo sin concesiones y enmarcado en una producción tradicional es La profesora de piano (La pianiste, Francia, 2001). Esta coproducción franco-austriaca dirigida por Michael Hancke provocó un verdadero acontecimiento porque impactó a los espectadores que, preparados para ver una película “culta”, asistían a una problemática y escenas de sexo supuestamente relegadas al subgénero sadomasoquista del cine porno.
El film narra la historia de Erika (magistralmente interpretada por Isabelle Huppert), una introvertida mujer de 40 y pico de años, profesora de piano e hija única de una madre dominante y posesiva con la que vive. Erika se dedica a la enseñanza pero tiene una faceta paralela enmarcada en una sexualidad reprimida y busca satisfacer esa ansia de placer con prácticas alternativas y poco comunes. Por ejemplo, ella asiste cotidianamente y solitaria a cines pornográficos en donde se excita para luego volver a su casa y masturbarse violentamente en el sentido literal de la palabra. Esta aparente estabilidad y lacerante relación se rompe cuando en su vida irrumpe un joven y audaz estudiante dispuesto a jugar los juegos sexuales que le propone la misteriosa profesora. La sexualidad y pasión contenidas de la mujer por fin parecen haber encontrado un receptor. Sin embargo, la desmesura cada vez más desenfrenada de la relación desencadenará un final irremediable.
Una primera lectura del film ofrece las inquietantes imágenes y eso ya es bastante. Pero un análisis subjetivo basado en la relación de la protagonista con la madre –una máscara imperturbable de la actriz Anne Girardot- que también contribuye a construir la conducta oprimida de Erika, sugiere una ambigua mezcla de violencia y erotismo. Intuición que el espectador confirma a partir de la escena en que ambas se acuestan sugerentemente juntas. La crudeza del film agrega elementos a una película que recuerda otras como “Atracción Fatal”, en las que el amor “fou”, el “amor loco”, ocupa el centro.

Una vuelta de tuerca


Finalmente, de la mano de un argentino residente en Francia vino un film que redobló la apuesta. A principios de año se estrenó Irreversible (Francia, 2002) dirigida por Gaspar Noé y protagonizada por la última “maggioratta” italiana Mónica Bellucci. La película presenta una simple historia de revancha en la que el protagonista quiere vengarse de la violación a que fue sometida su mujer. Narrada de atrás hacia delante (como ya había sucedido con “Memento”) la realización se regordea en la violencia y el desborde visual y sexual. Noé va más allá y se anima con las herramientas y los códigos del cine pornográfico elaborando un engranaje perfecto. La principal secuencia de sexo es violenta y el director decide convertir al espectador en un verdadero voyeur. Así, la curiosidad y el deseo de quien mira al principio puede que se sostenga con la voluptuosidad de la Bellucci. Después, puede que continúe con la posibilidad de ver sexo, aunque sea violentado. Pero al cabo de 10 minutos de una cámara fija, el espectador se ve obligado a ver algo que se vuelve revulsivo como es la serie de golpes y la dilatada sodomización de la protagonista.                                    




Hnos. Mitchell s.a.

UNA HISTORIA DE SEXO, DINERO Y MUERTE

Por ARIEL TESTORI


Los hermanos Mitchell fueron dueños de decenas de salas de sexo en vivo y directores de legendarias películas que conmovieron la industria del cine porno. Entre ellas “Tras la puerta verde”, un hito convertida en clásico del género. Solo por haber sido los descubridores de la pornostar Marylin Chambers merecen esta nota. Sin embargo, exponentes de la revolución hippie, también se caracterizaron por ser políticamente incorrectos, creativos e innovadores. Solo es cuestión de atreverse a abrir la puerta.   

El éxito comercial provocado por el film Garganta Profunda (Gerard Damiano, 1972) convirtió a Nueva York en la Meca del cine porno de los EE.UU. desplazando a Los Angeles y San Francisco que habían sido centros importantes de la industria en el comienzo de esa década.
Ante esa realidad, los hermanos Jim y Artie Mitchell fueron los primeros californianos en entender que debían enfrentar proyectos importantes si querían volver a competir con el “negocio” de la Costa Este. Jamás pensaron que daban el primer paso a una historia en la que el sexo desenfrenado daría paso al dinero y a las mejores mujeres pero también a un final doloroso. 

Dos hermanos caraduras

Los hermanos Mitchell –hijos de la Guerra de Vietnam, el ácido lisérgico y el rock’n roll- vivieron intensamente la explosión del hippismo y la psicodelia en la ciudad de San Francisco. Como parte de esa cultura, la actividad de hacer cine porno –algo políticamente “incorrecto” para la época- había sentado sus bases en esa ciudad.
Los Mitchell vivieron esa época estudiando cine en la Universidad Estatal de San Francisco y cuando terminaron decidieron abrir un cine especializado en el que se exhibían “cortos” de películas XXX y producciones “soft-core” europeas. “En realidad, nosotros comprábamos los ‘cortos’ a Bill Osco (uno de los precursores de la industria del cine porno en los EE.UU.) cuando no los rodábamos nosotros mismos. Era siempre la misma cosa. Les decíamos a las chicas ‘Vamos cariño, metete el dedo’, los filmábamos en la parte trasera de nuestra sala, el O’Farrell Theater, comenzamos con chicas solas, luego rodamos escenas con dos chicas, pero cuando la competencia empezó a imitarnos, tuvimos que organizar tríos” contó al respecto Jim Mitchell en una entrevista publicada en la revista “Playboy” de junio de 1975.
El O’Farrell Theater, el “teatro del pecado” que regenteaban los Mitchell, era una especie de burlesque con actuación de nudistas y bailarinas haciendo “topless” en vivo y que también exhibía cortos porno. El lugar fue lanzamiento de muchas mujeres que después se destacarían en el cine para adultos.
Las protagonistas de esos cortos eran anónimas jovencitas provenientes de los barrios hippies más importantes de la ciudad dispuestas a ganar 15 dólares por abrirse de piernas y masturbarse en cámara. La persecución policial no tardó. “Fuimos arrestados varias veces por filmar aquellos cortos. Como sabíamos que inevitablemente seguiríamos teniendo problemas con la policía, nos decidimos a filmar ‘hard-core’ (sexo duro o porno). Era lo que el público estaba deseando. Cuando empezamos a rodar porno duro, la policía venía cada semana a confiscar las películas(…)Añadimos composiciones musicales y títulos de créditos con los nombres de los actores. Fuimos los primeros en ponerle nombre a las películas, queríamos hacer buenas películas de sexo y no solo ‘hard-core’” rememoró el hermano Artie.
De esa manera, antes de lanzarse al largometraje –hasta 1971- los Mitchell rodaron más de 230 cortos con escaso presupuesto. El debut en el campo profesional fue excelente. En 1973 estrenaron Tras la Puerta Verde (Behind the Green Door) en su teatro de San Francisco.             

La obra de los demonios

Montados al éxito arrollador de su primer largometraje y de la mano de Marylin Chambers, su máximo descubrimiento, los Mitchell inician una obra importante dentro de la industria del cine XXX.
En 1973 lanzan Resurection of Eve (La resurreción de Eva), film símbolo de los swingers, en el que abordan el aprendizaje erótico de una mujer desde la adolescencia hasta la madurez. Eve, casada con un disc-jockey, es empujada por éste a introducirse en los ambientes de intercambio de parejas, una práctica muy de moda en esos años de revolución sexual. El matrimonio entra en crisis cuando la mujer asume la iniciativa en ese tipo de juego.
Creadores y adoradores de la Chambers, en 1976 estrenan Inside Marylin Chambers (Adentro de Marylin Chambers) en donde con un carácter documental, se traza un retrato íntimo de la actriz a través de sus opiniones y escenas más memorables. En este film por primera vez la ahora legendaria pornostar confiesa sus fantasías sadomasoquistas.
En el mismo año filman CB Mamas, concebida exclusivamente para lanzar a Leslie Bovee, una de las actrices porno con un busto natural más grande que se haya conocido, en este caso acompañada por el histórico Joey Silvera –uno de los primeros actores porno brasileños en trabajar en EE.UU.-. Sin respiro, enseguida producen y supervisan The Autobiography of a Flea de Sharon McNight (Memorias de una pulga) que es una de las primeras tentativas de realizar películas porno de época. Basada en un relato erótico del Siglo XVIII, el relato cuenta los avatares  de una traviesa pulga que se instala en los pliegues de los vestidos de cortesanas y sotanas de frailes libertinos. El reparto fue espectacular y dio origen a uno de los clásicos del cine para adultos: Jean Jennigs dando vida a una quinceañera calentona, el hiperdesarrollado John Holmes, un joven galán que hacía sus primeros escarceos llamado Paul Thomas, el buen actor que mostraba ser John Leslie y la tempestuosa y legendaria Annette Haven que llegó a cobrar 1.000 dólares por día de rodaje.
En 1977 filman Sodoma y Gomorra que fue la primera superproducción del cine porno con un presupuesto de medio millón de dólares. La idea surgió por los conceptos que había vertido un juez que perseguía los trabajos de los hermanos. Desgraciadamente, a pesar de su intento provocador, una excelente ambientación histórica, el buen reparto y un cuidado repertorio de escenas orgiásticas, el film no alcanzó a obtener los beneficios de taquilla que se esperaban.       
Los particulares gustos sexuales sobre sadomasoquismo de Marylin Chambers se verán nuevamente reflejados en Never a Tender Moment (1979) (Nunca un momento de ternura) en el que en uno de los polémicos episodios finales se muestran a carceleros nazis torturando a dos prisioneras judías.
También en 1979 presentaron Beyond the Sade (Más allá de Sade) en donde continúan con la Chambers en un crudo juego de dominación y sumisión. El film fue rodado en otro de los locales de espectáculos eróticos en directo de San Francisco, propiedad de los hermanos.
En 1981 filman Desires for Men (Deseos para hombres) y unas cuantas películas más de poca relevancia. Viene un tiempo en que los hermanos se dedicaron a producir espectáculos y películas porno dejando que otros directores como el legendario Alex De Renzy se ocupasen de dirigirlas. Hasta que dieron paso a lo que sería su último legado: Tras la puerta verde II.

  Tengan sexo seguro

Sin nada que envidiarle a la original, Tras la puerta verde II (1986) rompió numerosos esquemas respecto al cine hard convencional. Otro dato importante es que se convirtió en una incursión revisionista de aquella película clásica de 1972 pero nacida bajo el síndrome del SIDA, reivindicativa del sexo seguro (de ahí el obsesivo uso del preservativo en todas las escenas de sexo, o de láminas de látex para cada cunnilingus que se realizaba), repleta de citas cinematográficas, guiños y auto homenajes.
Los casi 30 minutos del comienzo no tienen sexo explícito para “explotar” en una multitudinaria orgía, núcleo del film, como ocurría con la primera parte. Esta “carencia” inicial está solo “aliviada” por breves sesiones onanistas de la heroína (Missy Manners, que sería esposa de Artie Mitchell) contemplando “Tras la puerta verde I” en video que a su vez es observada por su vecino, un consumado voyeur, que a su vez es contemplado por todos los espectadores, dando comienzo a una singular cadena.
Por suerte esa advertencia de sexo frío (sin contacto sexual) tan en boga en determinadas sociedades (por ej. el sexo de los “peep shows” del primer mundo, ese sexo mostrado en el film Paris, Texas, de Win Wenders) que señala el inicio, cede el lugar ante la multiplicación de cuerpos desnudos y rostros enmascarados en el intercambio sexual de la orgía, que era toda una tradición en los primeros tiempos del cine XXX. Aunque el fantasma del SIDA reduce el goce a través de la imposición que da la seguridad del preservativo. Como ya era costumbre en las ficciones de los hermanos Mitchell se muestra un sexo sin discriminaciones que quebró el tabú no escrito pero vigente de la exigencia de belleza de los actores. Una vez más los desposeídos de hermosura física también participan de la ceremonia del goce: hay enanos, gordas, viejos, travestis con barba, etc.
El film, que se convirtió en objeto de “culto” en EE.UU. y España, está co-dirigido por Sharon McNight, compañera laboral de los Mitchell en reiteradas ocasiones y que no participa en ninguna escena sexual aunque hace un cameo e interpreta el tema musical del film.       
En su momento, la crítica especializada la recomendaba “para aquellos que aun no hayan disfrutado de su visión es obligatorio encontrarla y pedirla, ya que además de ser una porno totalmente atípica y repleta de guiños cinematográficos es francamente disfrutable sin necesidad de utilizar las manos para ello, y eso es algo que en el porno se agradece”.   
Por otra parte, para el sistema, el film trajo enormes controversias y las acciones en su contra las capitaneó una alcaldesa (intendenta) de San Francisco que acusó a los Mitchell de ser responsables de dirigir una red que “vendía copulaciones orales”.
        

El descontrol

La arrolladora llegada del video al mercado provocó una revolución en la industria porno que coincidió con un prolongado impasse en la obra de los transgresores hermanos. Como si fuera poco, después del estreno de la secuela de Tras la puerta verde, las presiones políticas por parte de los sectores más conservadores y ciertos sectores parapoliciales se hacen casi insostenibles. Si Jim que era el dedicado a las tareas de índole financiera, pareció haberse adaptado mejor a los nuevos tiempos que corrían, Artie –responsable de la sección artística de la empresa- parecía resistir a poner los pies en la tierra. 
Los Mitchell eran la leyenda viviente de una generación que pocos empezaban a recordar. Poco antes de la impotencia que trajo la censura y las presiones, la relación de ambos hermanos empezó a degenerar. Missy Maners, la actriz porno esposa de Artie y con su consentimiento, amenazó con un látigo a Jim. En tanto Artie debió ingresar a un centro de rehabilitación a causa de sus excesos con la cocaína y el alcohol. Marylin Chambers recuerda que el hombre “vivía al borde de la locura absoluta y eso no podía durar siempre”. En una de sus salidas del centro no tuvo mejor idea que entrar al O’Farrell Theater pistola en mano y ante decena de espectadores disparar al techo al más puro estilo cowboy.
A principio de los ’90 la situación se hizo insostenible y las discusiones entre los hermanos eran cada vez más agrias y se degeneraban en escándalo cuando Jim planteaba disolver el negocio. En una ocasión el planteo se mantuvo firme, lo que provocó la furia de Artie que terminó amenazando de muerte a su hermano. A los pocos días Jim, en febrero del ’91, le efectuó 3 disparos de rifle 22 –dos de ellos en la cabeza- matando a su hermano Artie.
Así acababa toda una leyenda del mundo del cine porno. Los empleados del teatro se encargaron de ampliarla cuando al más puro estilo fellinesco, se encargaron de homenajear a Artie con una orgía con participación voluntaria a puertas cerradas a modo de último adiós a su patrón. Parte de una de las parejas que más intensamente vivieron su oficio.            


 Detrás de la Puerta Verde

El film es uno de esos relatos semi legendarias que se cuentan a modo de fábula, es la historia de una joven (Marylin Chambers) de clase alta, inocente y virginal, que es raptada e iniciada en los placeres ocultos en un lugar donde se ofrece sexo en vivo para deleite de un público aparentemente de clase alta. La orgía que se desata entre ellos después de la tarea que debe realizar la joven es el climax del film y va de lo bello a lo grotesco. Con relaciones interraciales, lesbianismo y travestismo.
La Chambers se convierte en el eje de atracción y provocación. Nada más haber traspasado la puerta verde, un grupo de sacerdotisas la prepara y la conducen al altar para que sea presa del poder sexual y primitivo de un negro que la iniciará. La transformación y entrega de la joven es tal que culminará ante cuatro sementales más que la poseerán a la vez. Esta escena se puede considerar como un antecedente primitivo de los conocidos “gang-bang”. Todo acaba (de eso se trataba) con un bautismo en forma de copiosa eyaculación colectiva en cámara lenta sobre el rostro de la mujer.
El film se realizó con un presupuesto de u$s 45.000.- y tras cinco meses en cartel logró recaudar u$s 200.000.- y 20 millones de dólares al cabo de tres años de explotación comercial. Se convirtió en objeto de culto y llegó a ser exhibida en los Festivales de Cine de Cannes y Deauville.
Tras la puerta verde no tuvo empacho en ser atrevidamente interracial –característica no muy en boga por aquellos tiempos-, apostar al pleno derecho al deleite sexual de la mujer y que a través del mismo pueda atravesar cualquier barrera o tabú, privilegiar la toma de conciencia sexual y, en lo técnico, experimentar con cámara de mano y sonido directo.              

                                                                     

El otro artífice del milagro

Marylin Chambers ya conocía la popularidad a los 17 años. Publicitando una marca de jabón infantil fue conocida en todo EE.UU. y hasta pudo trabajar con George Segal y Barbra Streisand en el film La gatita y el búho. Pero la chica quería más o, tal vez, otro reconocimiento y se convirtió en nudista del O’Farrell Theater de los Hnos. Mitchell. A los 22 años, la propuesta de ser la protagonista de Tras la puerta verde no se hizo esperar y su aceptación menos.
Dada la repercusión del film, su espectacular entrega a los menesteres del sexo y su rostro ambiguamente sensual, muy pronto la escuálida Chambers se convirtió en la principal pornostar de la costa oeste. De la mano de los Mitchell tuvo una carrera abrasadora y arrasadora  en el cine XXX. que ocasionalmente interrumpió con pequeñas apariciones en el cine tradicional (junto con Traci Lords y Ginger Lynn es de las actrices porno que más trabajaron en el cine “políticamente correcto”). Por ejemplo, en 1976 descubierta por Ivan Reitman, creador de Los Cazafantasmas, es propuesta al director David Cronemberg como protagonista de Rabia, una de sus principales obras.
Tras estos breves paréntesis volvió al porno con más pasión y desenvoltura que antes. En Furor insaciable (Godfrey Daniels, 1980) se bancó que el kilométrico falo de John Holmes la penetrara analmente. En Furor insaciable 2 (Idem, 1984) permitió que Jamie Gillis la impregnara de cera derretida de una vela mientras le hace el amor. Y en Las fantasías privadas de Marylin Chambers le realiza un soberano fellatio hasta la base al pene de Holmes para terminar con una pasional y espeluznante doble penetración que tuvo al Master como protagonista principal.

Nacida en abril del ’52, a mediados de los ’80 puso fin a su carrera sin renegar en ningún momento de su pasado. Se casó y fue mamá de una niña desde finales del ‘91. Hizo un intento de volver al porno a fines de los '90 pero su nueva carrera fue pasajera. Y falleció recordada como un símbolo de la edad dorada del porno.