Entre el lesbianismo y el thriller erótico
por Ariel Testori
y la colaboración de Uriel Barros
y la colaboración de Uriel Barros
Nació como la alternativa al cine porno y
en diez años creció al amparo del video y murió con los vaivenes del negocio
cinematográfico y la moral argentina. Fue el medio que manejaron actrices como
Silvia Peyrou o Susana Torales pero que también fue plataforma de lanzamiento
para artistas que -tal vez de otra manera- no hubiesen tenido una oportunidad.
Tan controvertido que hasta su director más prolífico reniega de él.
A partir del fin de la dictadura (1983) el cine erótico en la Argentina empezó a desarrollar un lugar en la filmografía nacional. En realidad debería decirse videografía, porque la mayoría de los intentos -dados los costos de producción, posibilidades de distribución y realización- estuvieron más cerca de una cámara de video que de una de 35 mm.
La aventura de intentar realizar una
película erótica fue el resultado natural de tantos años de prohibiciones del
hardcore o porno proveniente de EE.UU. Provocando gran curiosidad y
atracción entre los virginales argentinos de la post-dictadura.
De esta manera, mientras algún director
se animaba con el porno nacional (Víctor Maitland, fue el más prolífico) otros
se lanzaron al softcore (porno suave, sin penetraciones). Ese género, en
Argentina, por lo general rondó la temática policial, el terror o sin querer en lo bizarro, pero siempre con el nudo central en el sexo. Los códigos -implícitos- permitieron el desnudo
integral femenino, conductas sexuales lésbicas (pero poco), el desnudo
masculino solo de espaldas o de costado y alguna que otra violación.
La producción entre 1985 y 1995 fue de
unas ocho títulos y después la tendencia disminuyó. Finalmente, a partir de las
crisis económicas, la invasión desproporcionada del material extranjero y la escasa creatividad, el softcore nacional
languideció a la espera de algún nuevo intento más audaz e imaginativo que
nunca llegó.
El cine de Gustavo Ghirardi
Del puñado de realizadores que probaron
suerte en el softcore, Gustavo Ghirardi guionista de films de culto berreta como El Inquisidor, o Comando azules en acción en los años setenta, se lanza a la dirección con El caso Laura (1990), Un
ladrón, un violador y dos mujeres (1991) y Apelación fatal (1992) es quien tiene la videografía más
abundante.
Este director armó un equipo de actores y
actrices entre los que se destacaron Marcela Labarca, una actriz muy
parecida a Flavia Palmiero, que se movía muy cómoda en las escenas de sexo y
que pareció convertirse en la actriz fetiche del director luego de haber
protagonizado El caso Laura; Jorge Schubert -el más conocido y mejor actor del
conjunto- siempre tuvo a su cargo papeles de entregador o asesino, y tanto él
como Hugo Maro se desempeñaron con soltura en las escenas de sexo.
Jorge Shubert intentando fijar la mirada en los ojos de Marcela Labarca. |
Quien fue un importante soporte de estas
realizaciones como de otras del género fue el actor Romualdo Quiroga.
Sin dudas, este veterano actor ya fallecido ya venía fogueado en estas lides y
como ejemplo valga su eficaz actuación (rodeada de una famosa leyenda) en la
célebre película Carne de Armando Bo con la incomparable Isabel
Sarli. Quien haya visto esta película no podrá olvidar la famosa frase del
personaje de Quiroga cuando esta por violar a Isabel Sarli, que tirándola sobre
una media res exclama “carne sobre carne”. Pero, además, la leyenda cuenta que
en otro momento cuando Quiroga debía chuparle las tetas a Isabel, el actor
habría dudado (no hay que olvidar que Bo era muy celoso del cuerpo de la Sarli)
a lo que la mayor actriz del sexo argentino lo habría incitado susurrándole
“chupe Romualdo, chupe que es por trabajo”.
Don Romualdo homenajeando a "Carne" |
Si se puede considerar una constante (además de lo sexual)
en este género y en la obra de
Ghirardi, el protagonismo de la mujer que si bien aparece
como objeto sexual, termina convirtiéndose en el elemento dominador de la
historia.
Ghirardi con sus mujeres (bah..., Marcela Labarca fue la
única) parece haberse adelantado a la tendencia imperante de Hollywood que dio
vida a supermujeres que manejan las situaciones, aman, usan armas, asesinan y
hasta se convierten en antihéroinas. El tema de la suepreheroína en cuestión se
volvería a repetir un año después en Un
ladrón, un violador y dos mujeres .El argumento iba de dos ladrones que en
medio de un robo se ponen nerviosos y matan a dos personas. Escapan con un
generoso botín, y deciden refugiarse en una casa quinta en las afueras de la
ciudad ( propiedad del productor y editor de la película) hasta que pase lo
peor. Finalmente entran por la fuerza a la casa elegida donde dos mujeres
estaban pasando el fin de semana, y las toman de rehenes. Una de ellas muy
asustada teme por su vida, pero la otra, tentada por el botín, tiene otros
planes para los ladrones.Aquí se nos presenta el "rape-revenge film",
un subgénero de explotación popular en los 70´s y 80´s en ciertos circuitos de
cine norteamericanos desde el estreno de la contundente y audaz "Yo escupiré sobre tu tumba"
(I spit on your grave ,1978) de Meir Zarchi devenida en film de culto.
Su tercer film
Apelación Fatal, sigue en la misma línea y repite prácticamente el mismo
argumento: Dos criminales recién salidos de prisión preparan la venganza más
cruel contra la jueza que los condenó, en un salvaje y escalofriante
"ajuste de cuentas".Pero la cosa no será nada fácil para ellos.
La calidad técnica y el nivel de producción de las últimas
dos producciones son más bien pobres.Se notan el apuro y la desprolijidad, la
poca planificación de planos, resueltos en su mayoría de manera teatral.De
cualquier manera son piezas interesantes por su manera osada de tratar estos
temas tan poco frecuentes en la cinematografía argentina.
De sus tres trabajos podemos decir que El caso Laura fue el
mejor filmado (para ser benévolos) y quizás menos torpe, el director lo anunció
como "una historia basada en un hecho real". En esa realización
también se destacó la actuación de Berenice Soto, recordada por unos cuantos
por encarnar a la exhuberante Dana (la novia de Killing, nuestro asesino de
fotonovela favorito en la versión argentina).
Las películas Silvia Peyrou
Una de las actrices más importantes de este género, por su
presencia, belleza física y disposición para el trabajo -sin dudas- fue la
contundente Silvia Peyrou. En Asalto y violación en la calle 69 de Pablo Bellini,siendo este originalmente
distribuidor de películas en videocassettes de su propia compañia -Buena Onda Video Home- en ese
entonces, nos trae la historia de una desenvuelta secretaria administrativa de
una distribuidora cinematográfica- la de Pablo Bellini-, amante del dueño, y
“de armas llevar” que a lo largo de la historia tendrá que vérselas
(sexualmente) con unos y otros.La interpretación de Reinaldo Alcaraz como el
delincuente violador es desopilante y fácilmente pueden asociarse con el
ridículo.Asalto y violación en la calle 69 nos regala una escena final
antológica pocas veces vista en el cine en general de aquel entonces, una
violenta castración al violador mientras la protagonista victoriosa luce
aguerrida con su chorreante cuchillo en una mano y con la otra sosteniendo su
trofeo culminando la secuencia en un risible plano congelado.
Para ver algunas escenas clikee este enlace:
http://videobam.com/vPLDE
En Despertar de pasiones (1994) de Omar
Pini), posiblemente la producción más cuidada y mejor filmada de este
género -con exteriores, panorámicas, musicalización propia y un reparto
importante-, Silvia Peyrou da vida a una esposa engañada que planea una
venganza sin importarle las consecuencias. Una vez más hace gala de un físico y
una sensualidad muy atractivas. Su escena final insinuando un mini “gang-bang”
a la criolla es muy sugestivo. El film promete mucho sexo (la escena inicial en
la cocina con Luis Luque no era muy frecuente en el cine argentino) pero después cae en un
drama pesado y repetitivo. En Despertar... también se destacan una hermosa Judith
Gabbani (desgraciadamente no interpreta ninguna escena de sexo ni muestra
ni siquiera un tobillo) y el actor Edward Nutkiewitz habitual de las telenovelas de la tarde (que prácticamente
es violado por Peyrou).
Los films de Ricardo Suñez
Hubo otros intentos que conforman la apretada
filmo-videografía del softcore argentino pero difícilmente puedan considerarse
importantes. De ese grupo se había esperado con cierta expectativa Prisioneras
del terror del incombustible Ricardo
Suñez, otrora precursor del sexploitation ochentoso en 1987 con el drama
lésbico estrenado en salas comerciales Relación Prohibida, interpretada por Mara Kano y Berenice Soto, este film tuvo cierta
repercusión por sus osadas escenas de sexo lésbico y por incluir el hit musical
del cantante Silvestre "Imaginate en mis manos".Seis años después
Suñez reincidiría con el cine de explotación en
Prisioneras del Terror de 1992, presentando un amplio reparto (22
artistas) encabezados por Elvira Andreoli e Ines Gago y con la participación
especial de un ya habitual en estas producciones Romualdo Quiroga y Mario
Passano.
La historia, es una verdadera ensalada que mezcla elementos
del cine de terror y satanismo con toques decididamente “gore”, todo el
conjunto se identifica fácilmente en la "zona bizarra". El relato
cuenta la odisea de una madre con sus hijas y amigas durante una noche de
tormenta en una extraña quinta aislada. Hay confusos ritos de iniciación,
posesiones y algo de lesbianismo light. Técnicamente torpe y sin mucha
inspiración el resultado es ampliamente divertido y todo aquel que se anime a
ver este film no quedará insatisfecho.El final al estilo Enrique Carreras tiene
una moraleja difícil de digerir y hasta con un consejo firmado por el propio
director, de la misma manera que ocurría con su primer film Relación Prohibida,
lo que se dice un film de autor.
Una típica escena donde se habla mucho y se cuenta poco. |
Ese mismo año el decidido Ricardo Suñez volvería a la carga
con "Tormenta de Pasiones" con un asunto un poco mas sencillo de
entender aunque igualmente torpe en su narrativa y tecnica: Mónica, joven y
hermosa heredera viaja a Brasil acompañada por Jorge, su abogado.Hay una
relación entre ellos y todo parecería limitarse a un placentero viaje de
negocios, hasta que ocurre un accidente de aviación (gentileza de material de
stock) y nuestros protagonistas sobrevivirán a la tragedia.Perdidos en una
inhóspita región, se cruzarán con un psicópata asesino sediento de sexo que es
perseguido por la policía.Una historia delirante con ecos de telenovela que
busca justificar escenas de sexo con cualquier cosa.La falta de medios y
recursos no es ninguna novedad, sin embargo el papel protagónico de Camila
Perissé (tapa de Playboy Argentina y auténtica actriz exploit criolla de la
pantalla grande en hitos tales como Atrapadas, Los gatos, Las Lobas, Las
esclavas o incluso Delito de Corrupción resultó ser un valor de producción
agregado. Toda una novedad para los estandartes del trash nacional y actores de
capa caída que solían ser convencidos para aparecer en estos productos.
Para ver algunas escenas clikee este enlace:
http://www.youtube.com/watch?v=alwrmI6VWjI
En cambio, Las guachas
(Ricardo Roulet) fue un aporte positivo al género. Con pretensiones de
producción (exteriores y unos 13 artistas) la historia cuenta las andanzas de
dos mujeres: María (Susana Torales) y Rosa (Ana Marelli) que crecieron
huérfanas, solas y salvajes porque sus padres fueron asesinados luego de una
noche de sexo y violencia.
El desiquilibrio que viven las lleva a despreciar a los
hombres y llegado el caso, a seducirlos y matarlos como si quisieran concretar
una eterna venganza. El film es bastante audaz porque ofrece lesbianismo
incestuoso, insinuación de “lluvia dorada”, sadismo y mutilación sexual.
Todo muy rusticamente filmado, iluminado y con un montaje
apenas prolijo (que no siempre se puede apreciar en este tipo de productos).
Ver a Susana Torales ( vedette de teatro y t.v. junto a Capocómicos de la talla
de Jorge Porcel o en escala menor Tristán) es entender porque, en su momento,
provocó el revuelo que originó. Con un físico rotundo,Torales colmo da vida a
una mujer de carácter fuerte y sexualidad ambigua. La escena lésbica que juega
con una visitante circunstancial (la secretaria) es una de las mejores sobre el
tema que se hallan realizado dentro del cine argentino.
Susana Torales sosteniendo un ramo de Jazmines. |
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